No basta una ola es necesario un tsunami feminista en el litoral

Nos miramos a los ojos, nos dimos las manos, compartimos la magia y el dolor de los acontecimientos. Al sentir el cariño y confianza de la(s) hermana(s) nos contamos nuestros miedos, y en tantos casos, nuestros traumas. Nos dimos cuenta de que TODAS sentimos ansiedad por el encierro forzoso, y TODAS habíamos experimentado alguna vez las demás violencias del sistema patriarcal, en nuestros cuerpos, en nuestras mentes, en nuestros espíritus.

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