Por ahí van diciendo
que la poesía ha muerto
que alguien le dio un empujón certero,
cayó al mar
se la comió un pez
que nadó muy rápido
y se alejó de los demás peces
hasta llevársela hasta el fin del mundo…
Ahí la depositó cuidadosamente
Y se fue.
Los mares y la tierra se extremecieron
con tan inusitada noticia,
los coletazo de las olas,
de los seres del mar y de los barcos
dieron cuenta de lo sucedido.
El sol se volvió azul
y la luna, en un taller de artesanía
se hizo colgante para el cuello.
Y en tierra se sucedieron
terremotos.
La poesía
sólo se había escondido
Tras las ramas de un ciprés,
se montó en una langosta
que saltaba de aquí para allá
y luego vivió un tiempo
En la casa de un girasol…
Pero se llenó de angustia
cuando presenció las batallas de los / hombres
y se puso a escribir sobre esas cosas,
descubrió el renacer de un pajarillo,
Un poco de lluvia y de semilla pisoteada.
El río se puso seco
y la desolación se instaló
en muchos lugares del planeta
sin que ella pudiera hacer nada.
La poesía se puso muy triste
con tanto descalabro,
pero no se murió.
Finalmente descubrió al gusano
y su capullo
comprendió así la nueva vida
y su transformación
y se hizo pequeña para esconderse
y aparecer de pronto
convertida en mariposa.
Nadie podrá nunca con ella.
La poesía habita en la basura
entre las botellas de cerveza
/desdeñadas
en la copa de los árboles
en la cúpula de la inmensa catedral
en el mito sagrado del antiguo
en los niños
que son preciosos talismanes
de dulce jugarreta
en el hombre masacrado por las balas
y en el polvo del camino.
La poesía jamás ha muerto.
Es un detalle del lenguaje
y es el lenguaje mismo.
Poema escrito en 1986 y publicado en el 2019.