Ricardo Mosella: de La Cuarta a los peces multicolores de Isla Negra

foto ricardo mosella
Captura de video de Jaime Tolín Vásquez; Edición CI Craftwork.
El escritor algarrobino Pablo Salinas relata en este texto la primera vez que conoció a Ricardo Mosella, emblemático artista de Isla Negra. La crónica da una descripción completa del carácter del creador, quien por ejemplo en una fría mañana de inicio de los 90 llegó a la casa de Pablo con un número de La Cuarta bajo el brazo porque según él salía «lo mismo que en otros diarios, pero más entretenido». La narración luego salta al presente, donde Salinas nos muestra que si bien Mosella está lejos de sus pinceles por razones de salud, su obra -imperceptible aún para el común de la gente- es parte indisoluble de la cosmovisión visual y poética de este relevante territorio.
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Conocí a Ricardo Mosella en 1990, quizá 1991. Llegó con un amigo a mi casa, una fría pero soleada mañana de invierno. Yo alguna referencia tenía de él, porque hacía un tiempo había comprado el librito «14 poetas» de Ediciones Alta Marea y en éste, junto a textos de Hugo Montes, Jonás (motor de ese loable esfuerzo editorial) y otros, había un par de poemas suyos. Es decir, se trataba para mí de un poeta de Isla Negra, donde residía desde hacía ya varios años. Llegó no con Rimbaud ni Neruda bajo el brazo, sino con el diario La Cuarta. Nos aclaró sin tapujos que se trataba de una de sus lecturas habituales y predilectas. «Sale lo mismo que en otros diarios, pero más entretenido», explicó. Después, con el tiempo, me di cuenta que Mosella no era solo poeta; era, como yo, también pintor. Y, la verdad, un pintor de no poco éxito; sus obras se repartían profusamente no solo en Isla Negra, sino también en El Quisco, un poco por todas partes, en casas de amigos, comercio, restaurantes…

El año pasado, volví a ver a Mosella. Se interesó por mi último libro y me llamó para comprarlo. Desde hacía meses, quizá un par de años, no se tenían noticias suyas, había desaparecido por completo de la vida cotidiana local, por lo que ese llamado me sorprendió. Le fui a dejar el libro a su casa. Necesariamente tuvo que ser así porque hoy se le hace muy difícil desplazarse, caminar le significa un esfuerzo mayúsculo, producto de severas complicaciones respiratorias. O, en rigor, si no recuerdo mal, cardíacas, que le restringen drásticamente la actividad física. Ya no pinta. Con cierta regularidad recibe asistencia médica por parte de profesionales del centro de salud comunal, y la asistencia estable e incondicional de sus gatos.

Entre tanto, sus cuadros, sus mapas de Isla Negra, sus Vino Neruda, sus Vino Mosella, sus rosas de los vientos, sus peces multicolores, se han convertido en un peculiar clásico de la decoración y la historia visual de Isla Negra y el litoral.

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Un comentario

  1. Gracias al toke me dí cuenta que usaron mi video tengo una exclusiva de Mosella un poema dedicado a Nicanor Parra. y es un video o ya lo vieron?

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OTRAS DOSIS DE Antítesis

En enero de 1971, Matta está nuevamente de vuelta en Chile y nuevamente su agenda se repleta de actividades. Entre estas, una que resulta particularmente significativa, y, para este territorio, cargada de resonancias: el pintor visita al poeta en su casa de Isla Negra.
dos túneles secretos a donde se fuga mi deseo / caracolas subterráneas / rendidas al paso de mi voz descalza / veleros navegando... hacia los pliegues de tu imaginación
Durante la década de 1950 -e incluso mucho antes-, José Donoso mantuvo una estrecha relación con el litoral central de Chile, como lo evidencian sus "Diarios Tempranos". En esta región no solo terminó de escribir "Coronación" (1957) en Isla Negra, sino que también concibió varios proyectos literarios vinculados a la zona: desde una novela inconclusa ambientada en Lo Gallardo hasta proyectos narrativos sobre Cartagena, Isla Negra y El Tabo, donde incluso Pablo Neruda aparecería como personaje.