Bernardo Berdichewsky, antropólogo nacido en 1924, profesor emérito de la Universidad de Vancouver, realizó a inicios de la década de los ‘60 del siglo XX, una señera investigación respecto los asentamientos prehispánicos en la zona central de Chile.
En una publicación de 1964 (extracto en imagen), donde concentra su estudio en el tramo desde la desembocadura del río Aconcagua al sur, destacan los párrafos destinados a Algarrobo, y muy particularmente, el que dedica al Islote Pájaro Niño, donde da cuenta de su carácter de sitio funerario.
Un aspecto escasamente divulgado que genera una serie de interrogantes respecto a las poblaciones nativas que hace cientos de años habitaron estas costas. ¿Por qué esos antiguos habitantes, cuyo dominio de los rudimentos de la navegación no parece para nada evidente, escogieron ese punto particular, accesible solo sorteando un centenar de metros de aguas muchas veces torrentosas, para enterrar a sus muertos? De esta manera, se descorre el velo sobre el alucinante pasado del Santuario algarrobino, reubicándolo como un sitio de enorme valor arqueológico patrimonial.