¿Puede extrañar que la prisión se asemeje a las fábricas, a las escuelas, a los hospitales, todos los cuales se asemejan a las prisiones?“ Se pregunta Foucault en su obra Vigilar y Castigar.
En Coto, el poeta Mario Barahona, propone desde la Poesía, que incluso la vida misma se asemeja a las cárceles, y la prisión, en este caso, Coto; es más que una presidio, es más que una estructura arquitectónica, es una estructura vivencial. Pienso que esta es la línea interpretativa que se puede seguir si se pretende cruzar a pie desnudo el territorio poético de Coto.
«poesía filosófica, argumental e inteligente; poética reflexiva y crítica de la condición humana»
Una de las características más destacadas de este poemario es su análisis inquisitivo desde el sitio mismo de los hechos, desde el territorio alambrado, el cerco de rosas, desde el cual, aparentemente se puede salir y entrar, gateando y donde podemos convertirnos en “orilleros”. Aquellos que se atreven, intentan salir del coto y quedan dando vueltas como satélites atrapados en la fuerza de gravedad del Coto. La hablante poética, mujer, a ratos se bosqueja en su lucha por recuperar su libertad , y otros luchando por su “ser mujer”, logra convertirse en orillera, pero se disuelve en las arenas del tiempo.
Coto es poesía filosófica, argumental e inteligente; poética reflexiva y crítica de la condición humana. Aquí el poeta, nos presenta una interpretación del mundo, de la vida usando metáforas que dan cuenta de una fuerte falta de libertad real y de un esquema opresor sin otra escapatoria que la gatera, una ilusión de puerta que no conduce más que a un “afuera –dentro” del Coto, una salida del Coto que no es tal, que no logra subvertir ni transmutar nada. Estamos inmersos en un esquema, estructura existencial, a ratos cósmica yo diría, que nos empapa y sumerge en el sometimiento, en la base de la pirámide que estamos presos, sometidos y vigilados, como en el Panóptico de Jeremy Bentham , de donde basa Foucault su teoría de “Vigilar y Castigar” y que en Coto se muestra en la metáfora de la Pirámide, la Cazuela, el Rosal con espinas y otras.
Existimos en el cerrado territorio de una cacerola mentirosa donde naufragan los paradigmas que nos representan y nos interpelan a la vez. La ciencia, la política, la religión, las instituciones basales y el saber todo, naufraga con nosotros en el puchero existencial. Sin embargo, el mundo sigue existiendo, porque el COTO no es el mundo, sino una representación. Coto es una especie de Panóptico, que permite vigilar lo que pasa en su territorio y también fuera de él. EL PODER nos encarcela, nos cocina a fuego lento, nos vigila y a la vez nos inventa como libres; somos presas que pueden drenarse de la cazuela, aunque, sin la cual, no tenemos sentido ni destino.
Coto es un libro fundamental, si quieres comprender, saber en qué mito de la caverna estamos metidos, en qué matrix nos exprimen. Coto nos presta una mirada prístina y abisal, un rayo x que analiza la con dición humana en todo su estertor, somos pequeños gigantes esclavizados que bailan el retorcido ritmo de la insconciencia, dentro o fuera del coto.
El sueño de la humanidad parece plantearnos Coto, es despertar. Como dice Nietzsche: “El Hombre es algo que debe ser superado”.