La tarde del domingo 09 de octubre de 2022, previo a una función en el teatro Mori, recorrimos el Parque Araucano junto a la Jose y los niños. Había mucha gente haciendo deporte, caminando, haciendo picnic, compartiendo. Sin embargo, algo llamó poderosamente mi atención: la enorme cantidad de inmigrantes. No me había pasado así. Era notorio por sus voces; estaban en todas partes.
Me gusta el Chile multicultural. Eso de estar colgando en un extremo del mundo nos ha mantenido aislados de la realidad, conviviendo con un reducido pack de costumbres y colores, y hace falta comprender más de otras culturas, sobre todo de las propias, las de América.
No obstante, todo esto también nos recuerda que esta no es una inmigración natural, que es un traslado forzado, demasiado masivo, empujado por circunstancias políticas. Muchos de quienes han llegado a Chile bajo esas circunstancias, si les consultan, preferirían estar en su lugar de origen, junto a sus familiares, amigos y redes de apoyo. Sin duda están viviendo un sacrificio.
Todo esto nos sugiere también un tremendo desafío económico, que es el de propiciar más y mejores oportunidades en el país que abre las puertas, para recibir al hermano trashumante y sus saberes, sin llegar a precarizar la vida de la tribu sedentaria.