Bien se podría decir que Cousteau terminó sus días convertido en un malthusianista más o menos convencido. La teoría del economista inglés Thomas Malthus, desarrollada en plena Revolución Industrial y que se puede sintetizar con que, al crecer la población a un ritmo geométrico y los recursos para la supervivencia a uno solo aritmético, resulta indispensable tratar de mantener el crecimiento de la primera a raya a fin de evitar la ruina total de las sociedades, ha cobrado ahora, particularmente en esta última década, un tinte peculiar.