Travesía natural por el borde costero de la zona central de Chile

Punta Fraile · Algarrobo

Punta de Fraile es un faro de esperanza, para soñar un futuro con naturaleza, con patrimonio, con identidad. Estamos en un momento crítico en el litoral central, en el cual podemos decidir si crecemos desbocadamente o si lo hacemos con sabiduría y conservando aquello que es valioso para todos.
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Si pudiéramos conectar con Punta de Fraile, ella sería como un tótem. La veríamos como la península guardiana de Algarrobo, la que observa toda la rada de su bahía hacia el norte y hacia el sur, y la que nos resguarda de fuertes vientos y oleajes. Al frente se mira con el Santuario de la Naturaleza, Islote Pájaro Niño, donde viene a anidar el pingüino de Humboldt y en dónde también hemos recibido la visita de delfines y ballenas. La península actúa como una zona de amortiguación del impacto de la presencia humana en este importante santuario.

Algo que quizás muchos no saben es que además de su valor ecosistémico y paisajístico, Punta Fraile es un sitio ceremonial para las comunidades indígenas chango y lafkenche, quienes la han rebautizado como Pillan Wechun, que significa península sagrada. Desde su cima se vislumbra la Cordillera de La Costa y también la Cordillera de Los Andes, de hecho puede verse la cumbre del cerro El Plomo, un antiguo sitio ceremonial incaico. El mismo Islote ha sido documentado como sitio arqueológico funerario. Aquí se han encontrado algunas osamentas y también restos de cántaros de cerámica.

Créditos video: Boris Morales
Algarrobo,
tierra quebrada y abultada
entintada de verdor,
inspiración eterna de hálito oceánico.

Cuando respiras profundo,
la vaguada que exhalas invoca la memoria antigua de tus costas,
oculta como fósiles bajo roca sedimentaria,
como conchales,
como vasijas rotas entre cuevas,
como los changos que despiertan y se recuerdan del mar,
y el mapudungún que aún nombra, que aún se escucha, que aún reverbera en tantos lugares.

En el corazón del corazón, una lengua del cerro se internó en el mar, para poder contemplar satisfecha sus bahías. 
Desde su posición erguida y magnífica, entregada al abatimiento pasional de las olas de azul impenetrable. 
Se hizo vivo su canto, gutural como las rocas que reciben el retumbar del agua. Su canto brotó en matorral,
en hierbas floridas que se secan al estío, en pinos incansables cuyas agujas rojizas abrigan dulces floreceres: de la pulcra orquídea en su blanco nevado delineado de verde, y la sonrojada alstroemeria asoleando sus hojas por el envés.
Su canto llamó al sutil chercán, y al delicado picaflor. Su canto llenó el cielo con la silueta oscura del noble carroñero de la costa. 
Su canto bajó como gotas de agua al encuentro con el mar, y en sus orillas dejó ver al tímido chungungo, y al estridente pilpilén.
Y como faro en la ruta dejó señales para los cetáceos que van de paso.

Península amada, impasible y misteriosa, hogar del silencio, del pensamiento calmo. Alabo tu tenacidad, tu grandeza y tus ganas de ser recorrida.
En este momento de amenaza, que orgullo me da verte de pie.

Punta Fraile

Punta de Fraile is a beacon of hope, to dream of a future with nature, with heritage, with identity. We are at a critical moment in the central coast, in which we can decide if we grow unbridled or if we do it wisely and conserving what is valuable to everyone.

If we could connect with Punta de Fraile, it would be like a totem. We would see it as the guardian peninsula of Algarrobo, the one that watches the entire roadstead of its bay to the north and south, and the one that protects us from strong winds and waves. It is looking front to the Nature Sanctuary, Pájaro Niño Islet, where the Humboldt penguin comes to nest and where we have also been visited by dolphins and whales. The peninsula acts as a buffer zone for the impact of human presence in this important sanctuary.

Something that perhaps many do not know is that in addition to its ecosystem and landscape value, Punta Fraile is a ceremonial site for the Chango and Lafkenche indigenous communities, who have renamed it Pillan Wechun, which means sacred peninsula. From its top you can see the Cordillera de La Costa and also the Cordillera de Los Andes, in fact you can see the summit of Cerro El Plomo, an ancient Inca ceremonial site.

The same islet has been documented as a funerary archaeological site. Some bones and remains of ceramic pitchers have been found here.

 

Algarrobo,

broken and lumpy land

tinted with greenery,

eternal inspiration of oceanic breath.

 

When you take a deep breath

the air that you exhale invokes the ancient memory of your coasts,

hidden like fossils under sedimentary rock,

like shells,

like broken vessels between caves,

like the Changos that wake up and remember the sea,

and the Mapudungun that still names, that is still heard, that still reverberates in so many places.

 

In the heart of the heart, a tongue of the hill went into the sea, to be able to contemplate its bays with satisfaction.

From her upright and magnificent position, subdued to the passionate breaking of the waves of impenetrable blue.

Their song became alive, guttural like the rocks that receive the rumble of the water. His song sprouted in the thicket,

in flowery herbs that dry up in summer, in tireless pines whose reddish needles shelter sweet blossoms: of the neat orchid in its snowy white outlined in green, and the blushing alstroemeria sunning its leaves on the underside.

Its song called the subtle chercán, and the delicate hummingbird. Its song filled the sky with the dark silhouette of the noble scavenger of the coast.

Its song fell like drops of water to meet the sea, and on its shores, it revealed the shy chungungo, and the strident pilpilén.

And as a lighthouse on the route, it left signs for the cetaceans that are passing through.

 

Beloved, impassive, and mysterious peninsula, home of silence, of calm thought. I praise your tenacity, your greatness, and your desire to be covered.

In this moment of threat, how proud it makes me to see you standing!

 

Texto: Samira Delatier / Video: Boris Morales / Fotografía: Juan Godoy / Traducción: Patricio Escobar

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