Algo de ficción: nos enteramos que una importante empresa entrega un aporte económico al centro cultural del principal puerto de, por ejemplo, Alemania, o sea, Hamburgo. La noticia nos interesa. Nos detallan que, tras años bajo el control de operadores locales, un segmento importante de las actividades portuarias ha pasado recientemente a manos de una multinacional, con sede central en Emiratos Árabes, nada menos. Un comentario natural, espontáneo, sería del tipo: «vaya, realidades de este globalismo comercial; inyección de recursos frescos y cuantiosos para dinamizar un área de la economía.» Entonces, ya más en contexto, nos enteramos que los nuevos operadores árabes, inaugurando sus vínculos con la sociedad local, entregan su aporte. Esperamos atentos la cifra: 12 mil euros. «Vaya», nuevo comentario, «seguramente se trata de una simple beca, el premio que le dan a alguna personalidad, algún artista en específico.» Y, sí, claramente; nos falló un poco la atención y ahora se nos aclara que se trata justamente de eso. Una platita que se entrega para que un artista emergente pueda seguir trabajando durante lo que queda de año en una obra que se anticipa interesante…
12 mil euros, que son algo así como 11 millones y medio de pesos. ¿Alguien creería que esa multinacional portuaria, una de las más grandes del planeta, efectivamente donó esa cifra y no para una simple beca o un mero plan de estudio, sino como aporte anual para un centro cultural del puerto más grande de un país? Y, sí. Fin de la ficción. El hecho sucedió hace pocos días y los actores fueron DP World, capítulo San Antonio, y el Centro Cultural de la capital de nuestra provincia.
Hay que informar que hace ya más de un año, el control de uno de los segmentos más importantes de la actividad portuaria de San Antonio cambió de manos. Puerto Central S.A. fue adquirido por la multinacional DP World. ¿Qué es DP World? Una de las tres empresas de logística portuaria más grandes del planeta, controladora de cerca de 80 terminales en los cinco continentes, responsable de cerca del 10% del total del tráfico de carga mundial. Sus activos rondan los 26 billones de dólares y sus ingresos 2018, según el mismo balance de la empresa, 8,5 billones. Bien. Esta vez, recién llegados al puerto más grande de Chile, siguiendo con lo que su antecesor, Puerto Central, venía haciendo hace años, entregó hace pocos días su aporte a la cultura de la provincia. 12 mil euros, 14 mil dólares. La plata que… ¿qué? Que reportan algunos minutos de movimiento de un par de containers…
Para cerrar, solo dos cosas. Una, consignar que hasta el año pasado, el monto de esta propina era de 20 millones. Es decir, ahora que llegó una de las empresas más grandes del planeta el aporte para la cultura sufre un recorte severo de casi el 50%. Y, otra, que el territorio al que llegan estos nuevos mega-operadores no es cualquier cosa, en términos precisamente culturales. Por el contrario, es, en rigor, la zona de mayor concentración de riqueza patrimonial artístico-cultural de todo Chile -y ciertamente, una de las más fuertes de Sudamérica-, territorio indisolublemente asociado con tres de los más grandes poetas en habla hispana del último siglo, varios de los más relevantes literatos, músicos y pintores del país, capital de la «cueca chora», de la «canción cebolla», dos de las expresiones musicales más auténticamente chilenas. Y así.
Esperamos que aquí a un año más, los nuevos mega-operadores estén más enchufados con el lugar donde se vinieron a meter, de manera de que no vuelvan a faltarnos el respeto a toda la comunidad artística local de la manera cómo le hicieron esta vez.