Aurea Ediciones

Novela REDMAN de Marcelo Simonetti

Redman trata de vida y muerte. Habla de justicia, reparación y de mágicos momentos. Marcelo Simonetti, su autor, entre líneas nos hace pensar sobre el dolor, el perdón, la paz, la reconciliación, el reconocimiento. Nos habla de un país que ansía encontrar el acuerdo.
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Teo Santos es un periodista que vive en la dicotomía de la frivolidad del new Chile y la turbiedad de un pasado ocre, sombrío, violento, que lo atormenta a él y a todos, sin condición, sólo que muchos han decidido enajenarse, olvidar. Todo cambia cuando hace un reportaje social, que lo conecta con su esencia y lo lleva a descubrir que es uno más de los que flota inane con la banalidad de la masa. Sin embargo, conoce a Martinez, un poeta revolucionario, medio místico, que lo empuja a rebelarse de su inercia y aviva una llama que estaba dormida. Como dice Lucila, una madre que dio a luz un hijo que nunca fue devuelto: «Supongo que hay cosas que se olvidan solo cuando uno muere. Uno no las quiere ver, pero siempre están. No hay formas de sacárselas de encima».

Simonetti en su libro habla poéticamente sobre lo que significa la vida y la muerte en un Chile inconcluso, imberbe, impune, que ha decidido esconder bajo la alfombra lo que no quiere ver, pero que día a día se atormenta y, finalmente, por más «azul overol» que vista, lo no resuelto sale a flote, como disco rayado que no permite alcanzar el verdadero crecimiento.

¿Seremos capaces de avanzar como país con tanto karma pendiente? ¿Estamos a tiempo de resolver nuestros traumas para entrar en una dinámica social sana, llegar al desarrollo, pasar a otro cuento? Son preguntas que nos deja Redman.

En medio de la historia, cuando Teo comienza la curva hacia su yo más profundo, Carlo DiNola, un referente de la moda y lo que está «in», se suicida, conmoviendo a todos en la revista. Situación que de paso se entiende como el anuncio concreto de que ese mundo banal y plástico ha llegado a su fin. No tiene más sustento.

Teo Santos también vive esa dicotomía en carne propia. Por un lado sostiene una relación intensa con su jefa, María, una mujer acomodada, guapa, que lo cautiva con su fuerza, pero que lo mantiene en un limbo carente de profundidad. Por otra parte conoce a Paulina, una fotógrafa tal vez no tan deslumbrante por fuera, pero que vive en el Chile real y que consigue mostrar su gran belleza interior, la que Teo termina por reconocer. «Ante la lluvia de imágenes con la que los medios nos bombardean, con las que el sistema quiere prefigurar su mundo, yo antepongo mi mirada, ofrezco el lente de mi cámara no para decir que otro mundo es posible, eso sería de una ingenuidad mayor, pero sí puedo decir que existe otro mundo que sobrevive en los bordes, que está vivo, que es más dulce, humano y transgresor que aquel en que muchos viven a diario».

Es muy interesante también la banda sonora de influencia japonesa que nos sugiere Simonetti en varios pasajes de la novela, con Joe Hisaishi y Ryuichi Sakamoto, entre otros, que nos transportan a una atmósfera de recogimiento y reflexión. También, y en esta lógica de la vida y la muerte, los abusos y los procesos abiertos, hace una referencia al impecable documental de Hans Mülchi, «Calafate, zoológicos humanos«, que cuenta la historia de un grupo Kawésqar que como muchos fueron sacados de su tierra para ser exhibidos en el viejo mundo como animales. Documental que termina con la repatriación de esos huesos que se mantenían olvidados en alguna pieza del Instituto de antropología de Zurich. «No sólo lo saca del olvido al encontrar sus restos, también hace las gestiones para traer de vuelta sus huesos y enterrarlos en el mismo lugar en que ellos habían nacido».

Simonetti a través de la novela gira en torno a heridas que no dejan de sangrar… desaparecidos y familias que buscan paz, o vivos que fueron declarados muertos al nacer. Procesos sin final. Y consecuente con todo eso, la historia queda abierta: Redman encontró su traje, pero sigue el desconcierto. No sabemos si Martinez publica sus poemas. No sabemos si María se enterará de su origen, o si su madre es Lucila. No sabemos si hay reconocimiento y perdón. No sabemos si Chile avanza a la cordura de la reconciliación o seguiremos, como en un loop infinito, hablando de todo esto para siempre.

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