Leon Aguayo, con 68 años, acaba de publicar su quinto libro de poemas que se titula: “Balada del Vampiro de Melipilla”, lanzado a finales de octubre en la biblioteca de Las Cruces.
En su nuevo trabajo, el poeta nos canta y nos envuelve en una atomósfera profunda, por momentos incluso áspera, lúgubre, pesada. Sin embargo, cuando te dejas llevar por su música comprendes una gran liviandad, tan discreta, potente y animal, como la fuerza con la que crecen los niños.
“Que (el litoral) no sea solo de los poetas, sino que de todos los artistas. Empecemos a llamarlo el Litoral de las Artes”.
El poeta Aguayo nació en Santiago, pero es en 2001, a los 51 años, cuando decide venir a vivir a la costa. Quienes lo conocen saben que es un hombre muy culto, con un acervo cultural e idiomático muy amplio. Así también saben que el poeta muerde todas las etiquetas y rehúye de cualquier tipo de clasificación que le puedan hacer a él y a su trabajo, aunque en el lanzamiento de su último libro se atrevió a definir como un “poeta atmosférico”, porque según él, su poesía necesita propiciar una especie de trance en el cual las palabras, otroras rebuscadas o ajenas, se vuelven dóciles bajo el influjo y la cadencia sonora de su lírica: “mi poesía, para penetrar, requiere de crear un entorno”, enfatizó.
El libro, que fue publicado por Editorial Las Cruces, es un poemario sobre el cual la escritora crucina Isabel Rivero, autora del libro “DesTrozos” se refirió: “Leon Aguayo ha logrado un mejor intento en la lid por desentrañar las palabras, nos desafía a desentrañarnos a nosotros mismos a través de la reinvención del mundo literario, atrevernos a saber como hablamos, como quisiéramos hablar, nos lleva a escudriñar como somos y como quisiéramos en definitiva ser en esta Melipilla, donde los Vampiros somos los lectores y ciudadanos olvidados de nosotros mismos. Les propongo entrar al libro como entrar en un portal que nos llevara a otros mundos todavía no pensados racionalmente. Les propongo ir al “País de las Maravillas” y caer a Melipilla como quien cae por un laberinto que Borges y muchos otros han propuesto, dejarnos llevar frente a esta pintura como frente a una Guérnica–Melipilla donde su bestia dulce es un vampiro triste que filosofa de amor y muerte, y explica la crueldad y el abandono de un mundo que no lo comprende, no lo completa , no lo satisface”.
-¿Cómo nació el libro?
-Ya eran varios los años en que se me aparecía este personaje en sueños, que lo veía caminar por las noches como un gran señor a la antigua.
-¿Por qué un Vampiro?
-Porque son arquetipos que están en la sociedad actual, tanto como en la antigua. El vampiro para mí representa el hombre rebelde que incuestionable e irresistiblemente es justiciero y es libertario.
Al final del lanzamiento de su nuevo libro, el poeta Aguayo declaró que había “experimentado lo que deben sentir las jaibas en la olla cuando poco a poco van calentando, sin saber el destino de muerte que se les depara”.
-¿Qué diferencia la Balada del Vampiro de Melipilla a tus otros libros?
-Que es una balada, es decir, algo que es una mezcla entre lo subjetivo y lo objetivo… son historias de tabernas, bohemia, de lo que le ocurre a la niña, el caballero, al anciano. En este libro se aplica mucho de subjetividad, de ensueño; se puede cantar, se puede bailar. También una invitación al juego, a desarmarla, a empezar de donde se quiera, pues no es hormigón armado, y por tanto tampoco es necesario leerla de una manera estructurada…
-¿Cómo es tu vida de poeta?
-La experiencia de la vorágine, un torbellino, un vórtice. Porque yo la pienso así. Si yo la quisiera calmadita, suave, dulce, sería de esa forma.
-¿En qué momentos escribes y cómo lo haces?
-Sobre todo en la tarde-noche. Lo hago en papel y lápiz, aunque paralelamente me ha dado por escribir en el computador, pero poco.
-¿Qué le falta al litoral de los poetas?
-Que no sea solo de los poetas, sino que de todos los artistas. Empecemos a llamarlo el litoral de las artes. Quiero ver literatura, música, pintura, arquitectura, aventura… no quiero solo poesía.
-¿Qué le dirías a los poetas jóvenes?
-Lo que mi profesor, amigo y gran poeta me decía: “siga practicando”.
-¿Quién era tu maestro?
-Pedro Alonso, que vivía acá en Las Cruces y murió hace unos cuatro años. Él era originario de la zona de Cañete y aunque no lo parezca por el nombre, es considerado uno de los grandes poetas mapuches.
-¿Qué viene para el Poeta Leon Aguayo?
-Todo. Tengo mucho material inédito que no he publicado. Tengo cuentos, ensayos y algunas novelas, que pronto irán viendo la luz.