Hace más de año y medio que Nicanor Parra comenzó su vuelta para interseccionar las realidades de Cardo con Decumano, y así vencer -de una vez por todas- «el principio de incertidumbre», que popularmente no pudo conquistar en la ida, pero que sin duda lo conseguirá en la vuelta… Sencillamente porque el trabajo del brillante académico antipoeta fue muy pulcro en su creación.
Recuerdo que una vez reconoció demorar más de seis meses en «escribir un discurso que se leía en media hora» y el que además debía parecer improvisado. Eso mismo sucederá con su obra, pues el tiempo, cual escultor, irá articulando y revelando, cada vez con más fuerza, la genialidad y el tejido de sus enunciados… el cruce medio entre la academia y la cultura popular.
La vuelta es algo que debe ser mejorada
Va más de un año desde que la anti señal de autoconciencia tocó mi tierra como un rayo y definió mi arribo a la provincia puerto, al territorio playa, al #LitoralPoeta… y pasó rápido. Llegó como el azote del verano en la última estación oriente de la línea 1 del Metro de Santiago. ¡Es ahora! -gritaron todos los parlantes- ¡Parra ha muerto!.. po’s sácate el chaleco, chancho.
Así, más desnudo y liviano, los ecopoemas, la vieja cufufa y el hombre imaginario (y de colado Zaratustra) estallaron en mi mente como Petazeta. Y mientras armaba las maletas, también se me vino a la bóveda de las ideas el griego Nikos Kazantakis -recordado por la escritora Marilyn Ferguson- que soñaba con “decir a tiempo una simple palabra, una contraseña, como hacen los conspiradores».
Conspiración
A poco tiempo de la muerte de Nicanor han cambiado algunas cosas en la costa central de Chile: hay nuevos medios, renovados espacios de convivencia, y se están formando agrupaciones y corporaciones culturales… Pareciera existir una renovada energía.
En el último tiempo me he dedicado a recorrer de cabo a cabo la angosta y larga provincia de San Antonio -igual que Chile-. En ese ejercicio he constatado que existe un deseo transversal de avanzar hacia algo nuevo en el campo de las artes; de articularnos, de abandonar el falso confort, de dejar el miedo, de volvernos inmigrantes hacia una nueva zona de conciencia: más amplia y diversa, como el propio mar. Y aunque siempre habrá quienes por costumbre se opondrán a lo nuevo -natural reticencia al cambio-, ellos luego verán el cuadro completo y serán los que marcarán la diferencia en la tarea de empujar el nuevo carro: abierto, de calidad, inclusivo, colectivo, amable. Porque ninguno sobra.