Teresa Illanes Bernal nació el 21 de diciembre de 1936 en Valparaíso, dio a luz a cuatro hijos, pero uno de ellos de nombre Alberto falleció cuando tenía más de treinta años. La vida de la poeta Illanes está marcada por acontecimientos difíciles, como el fallecimiento de su esposo por alzheimer, su compañero de vida, o el tema de su avanzada sordera, que sin duda le ha dificultado su conexión con el entorno.
No obstante, tiene un temple fuerte y una capacidad innata de transformar todos sus sentimientos y vivencias en poesía, tan así que sus versos han impresionado a personajes como el actor, folclorista y poeta Jorge Yañez (residente en San Sebastián), quien es uno de sus amigos y también el primero que nos habló de ella.
Hoy, a inicios de 2020, cuando el reloj biológico de Teresa marca los 80 años y la humanidad está inmersa en un contexto sanitario y social súper complejo, que la ha obligado a estar aislada del mundo – todavía más allá de su sordera–, Litoral Poeta conversó con ella a través de correos electrónicos, para saber cómo está, qué piensa sobre lo que estamos viviendo y también para extraer y dejar registro de su octogenaria experiencia.
¿Cómo ha sido su vida?
Bien sufrida desde la niñez. En el poemario «De Céfiro a Tormenta» está descrito todo. Mi sordera es congénita, se hizo evidente cuando cursaba tercero humanidades y además la muerte de la abuela que me crió hizo que abandonara la batalla. Nunca dejé de leer, hoy un audífono me ayuda bastante.
¿Cómo se describe?
Demasiado sentimental, pero también muy severa en cuanto a rectitud moral. Me indigno ante el abuso y la mentira. También amo a mi patria y al que era mi Consistorial.
¿En qué momento aparece la poesía en su vida y cómo ésta se va desplegando hasta hoy?
Empezó como recitadora, en lo que fui muy elogiada interpretando a los clásicos en la escuela primaría y después en el liceo. Nunca dejé de leer. Más tarde cuando llegó el amor a mi vida y escribí relatos sobre la vida familiar, el que más estimuló mi creación literaria fue mi esposo. Así entonces apareció mi primera publicación, novela que me gustaría reeditar.
Esa primera publicación entendemos que tuvo muy buena recepción. ¿Qué nos puede contar sobre eso?
Tengo un solo ejemplar de recuerdo. Se trata de la biografía del maestro que construyó la casa de Neruda, y la relación de amistad que surgió entre ellos, a pesar de la diferencias culturales y políticas que existían, ya que éste, que había conocido al ex presidente Frei Montalva, era demócrata Cristiano; y por otro lado estaba el poeta comunista y letrado. Es muy interesante, tiene cuartetas o poemas cortos de introducción en cada capítulo, y al final agrego: » si todos los hombres del mundo”…
¿Ese maestro al que se refiere es Rafita, el típico carpintero que le ayudaba a Neruda?
Rafita, a mi juicio, se atribuyó méritos que no le correspondían. El vate lo deja claro en uno de sus libros, que si no me equivoco es «Una casa en la arena». Ahí cuenta que el maestro mayor era don Alejandro García, y Rafita el carpintero. Don Alejandro era experto en construcción en piedra. Hay casas que él hizo que aún se conservan en El Tabo, y en muchas otras partes de la zona.
Ya no te quiero vida
Hay un poema suyo –inédito– dando vueltas en Youtube y que nos llama mucho la atención, el cuál se lo dedica a su marido que sufrió de alzheimer. ¿Cómo fue enfrentar esa enfermedad?
Es indescriptible, desolador, angustioso. Espero que salga la ley de la eutanasia… no me gustaría morir así.
Vivir una pandemia
¿Cómo ha vivido todo este proceso de la pandemia?
He vivido encerrada este último tiempo y no he podido vender mis libros. Antes que llegara la pandemia alcancé a lanzar «Diálogo con Alzheimer», mi última publicación, pero me quedé con la mayoría de ellos. Cuando sea posible quiero vender esos libros que me quedan y otros seis que tengo sobre la historia de Consistorial (escrito en décimas).
¿Hace cuántos años vive en Consistorial y qué representa para usted ese lugar?
Somos de las familias fundadoras, cuando el lugar donde está hoy mi casa era solo un arenal. Los primeros años veníamos sólo en verano, pero años después, cuando mi marido se enfermó, nos vinimos a vivir.
La Comunidad Consistorial está en un proceso de renovación, sin embargo, como sucede siempre, ese proceso es un poco friccionado. ¿Qué consejo le daría a todos los comuneros?
Siempre ví a mi balneario como una réplica de la situación política del país, sin embargo, esa situación no logró separarnos. Eran los tiempos de la dictadura pinochetista y yo, muy joven e ignorante, no supe ver bien lo que pasaba. Una vez establecida la dictadura seguimos más amigos que antes.
¿Cómo ve a Chile? ¿Cómo lo imagina en el futuro?
Impredecible. Sea lo que sea que suceda, será caótico. Yo me conformaría con que dejaran de matar mapuches.
Si tuviera que elegir sólo uno de sus poemas, el favorito suyo. ¿Cuál sería y por qué?
Elegiría uno humorístico. En toda mi obra los integro porque la vida es así, de penas y alegrías. Yo no he tenido puras penas, mis hijos y nietos también me han dado muchas alegrías.