En esta época de introspección social, en el que ver películas (hoy una de las mejores industrias de la economía naranja) se siente como recordar tiempos de otra humanidad, bien vale desarrollar nuevos códigos que aporten calidad a la reducción de interacción física.
Es así como algunos ya no se dan la mano y se saludan con gestos. Han ideado una serie de códigos para expresar emociones sin tocarse.
Los mimos
Cuando quieren expresar un abrazo efusivo, abren los dos brazos -como Cristo en la cruz-, expresando un espacio de energía amplio, confiable. Cuando es una saludo formal, sin tanta confianza, juntan los puños de ambas manos. Y así con una diversidad de otros códigos, que van desde el saludo a una mamá, a un hermano o a un personaje al que admiran.
Qué duda cabe que este trauma social modificará nuestra conducta. Miraremos con nostalgia nuestro estúpido y cercano pre·presente, que con todo lo malo seguía siendo un regalo que no sabíamos apreciar. El coronavirus es producto nuestro.
Por eso, con todo a punto de tocar fondo, ahora sí que se abre la posibilidad cierta de construir una renovada conciencia.
Ahora sí que estamos en posición de transformar nuestra humilde existencia en una triste enfermedad o en un ciclo de introspección social justo y necesario, para más pronto que tarde transmutar hacia nuevos hábitos, nuevos valores.