Ciegos, sordos y mudos: Chile Despertó

Por
Nos hemos demorado décadas en levantar la voz. En decir claro y fuerte lo que nos está pasando. En unirnos para formar un brazo que se empuña en alto ante la injusticia y la desigualdad
Comparte en las redes

Nos hemos demorado décadas en levantar la voz. En decir claro y fuerte lo que nos está pasando. En unirnos para formar un brazo que se empuña en alto ante la injusticia y la desigualdad. En desteñirnos de la clase política y las ideologías extremas y caducas. En perseverar por los cambios que nos urgen y necesitamos, y en volver a identificarnos unos con otros en este espacio de tierra en que nacimos.

Los escolares que saltaron los torniquetes del metro, quizá no sospecharon que la sociedad entera los seguiría para saltar las vallas que han venido oprimiendo a las clases medias y trabajadoras desde el retorno a la democracia. El gran salto que logró el levantamiento social, (no el estallido social como lo vende la prensa), ha despertado a Chile para decir ¡Basta! Basta de alzas desmedidas, basta de privilegios para las élites, basta de policías en los colegios, basta de abusar de nuestros viejos, basta de puertas giratorias en el sistema judicial, basta de gobiernos incapaces de dirigir, basta de políticos sin vocación, basta de saqueos y robos y muchos más bastas que podrían llenar la hoja entera. Al fin, la garra identitaria de los chilenos ruge y rasguña por reclamar lo que por derecho debe tener cualquier pueblo y cualquier sociedad en el mundo.

Muchas cosas se han destapado a mano de buenos periodistas y escritores nacionales en estas últimas décadas, así, hemos conocido el saqueo de los grupos familiares que han expropiado y capitalizado el país para el bien propio a través del sistema neoliberal impuesto en dictadura y sellado con los gobiernos que de forma alternada han mantenido el mercadeo en el país, convirtiendo los derechos básicos en franquicias cuya firma comercial es el gobierno de turno y la camada política que ocupa los sillones del Congreso Nacional.

Pero también, en esta necesaria sublevación hacia el orden establecido por las élites y la clase política, se ha descubierto un Chile resiliente, capaz de reírse de las cosas en medio de la lucha por la igualdad y el acceso justo a esos derechos que hoy exige. Un Chile que además ya no necesita más banderas que la suya para marchar y llenar las calles de la capital y las arterias en regiones. De pronto, la polarización dejó de ser un argumento para estar divididos, y transmutó hacia una sola voz que dejó caer a los verdaderos causantes de esa polaridad, esos que hoy están dejando ciego a su pueblo.

Pero Chile despertó en un movimiento unido, que con ceguera y todo, sigue demandando lo que necesita a un gobierno sordo y a una oposición muda. Henos aquí, en un momento sin precedentes, donde se está colocando la esperanza, poniendo a prueba la resistencia y manteniendo las fuerzas para lograr un país más igualitario y justo. Sólo queda parafrasear a Violeta Parra: ¡Que vivan los estudiantes! ¡Y gracias por atreverse a saltar!

Comparte este post!

Déjanos tu comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.

O CON FACEBOOK

OTRAS DOSIS DE Antítesis

Christian Barrios, emergente antifísico de la comuna de Cartagena sometió al escrutinio de la inteligencia artificial una teoría sobre la materia oscura que venía masticando hace bastante tiempo. Nosotros, sin ser expertos, también compartimos la publicación de Barrios con la IA de Bing (que encontrarán fidedigna más abajo), para saber qué comentaba y esto nos dijo: "Espero que su trabajo reciba la atención que merece y que pueda ser sometido a un escrutinio riguroso por parte de la comunidad científica. Le deseo mucho éxito en sus futuros esfuerzos de investigación. ¡Que siga adelante con su excelente trabajo!"
Litoral Poeta es un lugar especial en el mundo, diferente. Un enclave ecocultural estratégico de Chile, sembrado con holgura por los huesos de sus más increíbles talentos, sin embargo, nunca cosechado.
Cuando se cumplen cien años de sus primeros versos, Amorós reconstruye la infancia de Pablo Neruda en Temuco, entre los bosques y la lluvia del sur del mundo; el periodo como cónsul en varias ciudades asiáticas y Buenos Aires; la llegada a España en 1934 y la relación fraternal con Federico García Lorca, Rafael Alberti o Miguel Hernández; el impacto que produjo en él la Guerra Civil y la epopeya del Winnipeg; así como los años en México, la adscripción al movimiento comunista y la obtención del Premio Nobel en 1971 (...) hasta llegar a 1973.