Hoy llegó al jardín una niña llamada Esperanza. Me tomó con fuerza y me sacó de la caja con la alegría de haber encontrado un tesoro. No me peinó ni me cambió de ropa, como suelen hacer las niñas. Solo me dijo: "tú serás la piloto de la nave".
Lo que nos clasifica como comunidades no es el color de piel ni las fronteras políticas. La migración enseñó que somos versiones de lo mismo. Pero Tío Sam quiere pan y pedazo: su propia muralla China y también su Venezuela.
¿Qué pasaría si un día USA decidiera abrir sus fronteras de par a par a Sudamérica?