José Miguel Benavente el impulsor de la economía creativa en Chile

Foto: www.UAI.cl
Conversamos con José Miguel Benavente para saber más sobre la economía naranja y entender qué potencialidades tiene el arte como factor clave para el desarrollo económico del país, y de paso también dilucidar las oportunidades que presenta la provincia de San Antonio, la que más poéticamente nos gusta llamar el nido económico del desarrollo cultural de Chile, por las tremendas y naturales potencialidades que presenta: está a una hora de Santiago; aloja en sí el puerto más grande de Chile; tiene importantes viñas y una propuesta gastronómica medianamente definida; abundan atractivos ecológicos y de patrimonio, y principalmente guarda el epitafio de al menos tres de los más grandes creadores chilenos de todos los tiempos, que donaron su cuerpo -como huella poética- a este territorio ampliamente sembrado, pero nunca cosechado.
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José Miguel Benavente es ingeniero Civil Industrial de la Universidad Católica de Valparaíso, doctor y máster en Economía de la Universidad de Oxford, y también máster en Desarrollo Económico de la Universidad de Chile. Hoy es Jefe de Competitividad e Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y académico de la universidad Adolfo Ibañez. Su currículo es extenso y en él destacan asesorías a gobiernos de Argentina, Chile, Colombia, Guatemala y El Salvador en temas de políticas de ciencia, tecnología e innovación; también ha sido consultor del Banco Central de Chile, Banco Mundial y CEPAL.

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Foto: (Twitter) @encuentrocrcp

-Partamos por lo primero. ¿Cómo se puede explicar en sencillo la economía creativa o también conocida como naranja?
Primero decir que la economía creativa abarca un conjunto de actividades que están vinculadas con la creatividad y que potencialmente -esta es la definición formal- pueden ser protegidas desde el punto de vista de la propiedad intelectual. Eso como definición, que parece media jurídica.

–¿Cuáles son esas actividades?
Bastantes. Esto incluye el área más conocida, que tiene ver con arte, la cultura y el patrimonio. Sector en donde los temas de mercado siempre han estado un poco lejos y, en general, cuenta con una participación pública bastante alta en todo el mundo.

Después tienes un segundo grupo, las industrias creativas, que son sectores orientados a proveer bienes y servicios más cercanos a llegar a consumidores y que operan, muchas de ellas, con transacciones bajo mecanismos de mercado. Ahí se encuentra todo lo que tiene que ver con la industria del cine, los videojuegos, la realidad aumentada, etcétera.

Y finalmente hay un tercer grupo dentro de la economía creativa, que son aquellos servicios basados en la creatividad, pero cuyos -digámoslo así- consumidores finales no son los ciudadanos o los clientes tradicionales, sino que empresas. En ese sector está todo el tema del marketing y la publicidad, que le entregan una propuesta de valor a las empresas, muchas de ellas tradicionales, para que éstas salgan a vender sus productos y lleguen a los clientes finales. Éstas sí son cien por ciento transadas con herramientas de mercado.

Lo que tienen en común las tres es la idea de que el talento humano, en su aspecto de la creatividad, potencialmente se pueden proteger a través del derecho de propiedad intelectual o de autor.

–¿Qué importancia para el desarrollo de los países tiene esta nueva caracterización económica?
La economía creativa era un sector que los economistas definíamos como opaco, porque era bien difícil caracterizarlo como tal, por lo que hubo un esfuerzo grande del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Básicamente lo que se hizo fue volverlo más visible desde el punto de vista de la creación de valor, o sea, lo que está detrás del Producto Interno Bruto (PIB), los empleos y las exportaciones. Y la verdad es que se encontraron con bastantes sorpresas. En países latinoamericanos este sector representaba algo así como dos y tres puntos porcentuales de su economía, lo que es bastante importante comparado con otros sectores tradicionales. Genera además un empleo equivalente, dependiendo de los sectores, que va de un tres a un cuatro por ciento, lo cual también es relevante; y en algunos países es muchos más. Tal es el caso de Jamaica, en donde la industria de la música representa cerca del 30% del PIB y el empleo. En el Reino Unido también, con valores que están entre el ocho y el nueve por ciento.
Otra de las características que tienen estos sectores es que en general la oferta, es decir, quienes producen estos bienes y servicios, son muchas y pequeñas empresas con muy pocas unidades productivas, es decir, no son grandes conglomerados, salvo algunos casos en la industria del cine. En general en el sector de la industria creativa, de las artes y la artesanía, los proveedores son pequeñas empresas o unidades jurídicas, lo cual es súper positivo, aunque lleva consigo un tremendo problema de coordinación.

2 Nobel, 2 Óscar, un Pritzker…

–¿Cuál es el Estado de la economía creativa en Chile?
Aquí hay cosas bien interesantes. Si a nosotros nos evaluaran como sociedad sobre dónde están nuestras ventajas comparativas en función de nuestro talento y capital humano, el área científica sería una de la más débiles y el área creativa una de las más fuertes. Tenemos dos premios Nobel, dos Óscar, un Pritzker… y si empiezas a sumar, corregido por la población, porque somos un país muy pequeño, lo que más nos ha dado resultados en términos de premios y reconocimientos a nivel mundial es justamente el área de la economía creativa, en particular el área creativa del arte y la cultura, lo que es bien inconsistente con la propuesta que han tenido en general las autoridades, de empujar toda una agenda de crecimiento basado en la explotación de recursos naturales, que está bien, porque tenemos ventajas comparativas ahí, pero también tenemos esta otra y por algún motivo que desconozco no hemos hecho el esfuerzo de potenciar más aún esa veta.
Así que tenemos una ventaja enorme, con una cultura y una tradición muy fuerte. Además contamos con ámbitos geográficos muy particulares para desarrollar muchos de estos sectores, que pueden generar una combinación muy atractiva con respecto a lo que es el turismo patrimonial, asociado por ejemplo a lugares que tienen alguna figuración porque alguien vivió, está enterrado, o algo se desarrolló ahí.
Y también la masa crítica en la industria de las artes es tremendamente importante, porque no es un poeta que está aislado; generalmente, para que surjan buenos pintores, buenos poetas, buenos artistas, tienes que formar una masa crítica y en Chile la tenemos.

–¿Te refieres a que podemos trabajar territorios de especialidad?
Muchas veces anclados a un solo territorio, en otras a muchos lugares dentro del mismo país. En definitiva cuesta explicar porqué no hemos progresado más en estos aspectos aún, a pesar de que tenemos señales súper claras de que históricamente tenemos una ventaja enorme (por los reconocimientos que te mencionaba). Pero bueno, es parte del desafío fusionar todo esto de la mejor forma posible.

–¿Será que de cierta manera el arte incomoda al ámbito político?
Es cierto, pero eso es en todo el mundo. El arte siempre ha sido un elemento contestatario, crítico, visionario. Yo creo más bien pasa porque ha estado desconectado y esto puede sonar medio feo: como que hay una posición del mundo artístico tradicional (no tanto de la industria creativa) de que cualquier cosa que tenga que ver con el mercado es como poco sana y de alguna manera una cosa un poco oscura y un área en la cual, a priori, muchos no están interesados en participar. Eso de alguna manera ha terminado pasando la cuenta, porque es cierto que un grupo de personas podría tener esa posición, pero si todo un sector está en eso y de alguna manera busca que el apoyo público siempre sea lo fundamental -y es cierto que es fundamental-, se complica el tránsito de gente que se forma en el ámbito de la cultura y que podría derivar hacia la industria creativa. Ese tránsito que es tremendamente fuerte y muy importante en países como Italia y Reino Unido, en Chile está un poquito más desconectado. Hay gente que quiere mantenerse en el mundo de la cultura y las artes, mantener esas tradiciones, que el mercado esté un poco lejos y que el Estado sea participativo activamente, y está bien, pero hay un grupo de gente que tiene una formación en el área creativa-artística y que se mueve en el ámbito de la industria creativa, en donde el mercado es más cercano. Ese tránsito en Chile es demasiado bajo o en términos relativos, bastante menos de lo que uno esperaría, a pesar de que hay oferentes.

Economía creativa o naranja: una oportunidad

–¿La crisis en que estamos es un problema o una oportunidad para los artistas de la empresa creativa?
Obviamente la situación actual ha generado un impacto muy importante en aquellos proveedores de la industria creativa en general, sin embargo, creo que lo que ha mostrado esta crisis, sobre todo con la idea del teletrabajo, el confinamiento y otros, es que hay una oportunidad enorme de desarrollar un conjunto de plataformas y contenidos cada vez más sofisticados, o de nicho, que potencialmente se pueden ir escalando cuando salgamos de esta situación. Es decir, el teletrabajo se va a quedar un poco, lo mismo con la dinámica de acceso al contenido; en educación va a cambiar completamente la forma en como se enseña. Esto abre una cantidad enorme de oportunidades.

En definitiva, a diferencia de muchos sectores que están en bajada, podríamos decir que este va en subida.

–¿Qué se requiere en Chile para que siga subiendo?
Para que esto se potencie se requiere que hayan condiciones dadas, en ese sentido lo primero es el tema de la conectividad, lo segundo es la ventaja que ha propiciado la tecnología. Antes por ejemplo para hacer una película tenías que gastar mucho dinero y el costo marginal de la misma era casi cero, hoy no necesitas tanta escala de producción y además te puedes orientar a contenido para nichos puntuales. Yo creo que ahí también hay una oportunidad o ventaja para la industria creativa.

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Gráfica documento del BID: “Políticas públicas para la creatividad y la innovación”.

–¿Qué está haciendo el mundo público y privado de Chile para estimular este tipo de desarrollo y cuáles son las metas que nos deberíamos poner en el corto y mediano plazo?
Desde el punto de vista del sector público es entender el concepto de la economía creativa, que es un tema bastante difícil y que si tú lo pones desde el punto de vista ministerial, está repartido en varias instituciones del sector público: por de pronto obviamente el Ministerio de la Cultura y las Artes, pero cuando te insertas en la industrias creativas aparecen estas zonas más grises. Por ejemplo la industria del cine ha sido promovida principalmente por la Corfo; algunas startup de realidad aumentada o virtual y soluciones digitales, han sido abordadas por organismo relativos al emprendimiento, lo que incluso raya con lo que está haciendo el Ministerio de Ciencias e Innovación. Entonces el problema es que el apoyo público ha sido inorgánico, por decirlo de alguna manera. Uno de los desafíos grandes es cómo organizamos y coordinamos el esfuerzo público-público, para que haya una consistencia en el tiempo.

En el caso de Litoral Poeta, por ejemplo, que posee esta combinación entre lo patrimonial y lo turístico, ya tienes ahí dos ministerios metidos en el medio: el turismo lo ve el Ministerio de Economía y el patrimonio lo ve el Ministerio de Cultura. Entonces resulta todo complejo, sin mencionar que también todo está anclado a un territorio, donde también hay municipalidades. Ahí hay un desafío enorme desde el punto de vista de la coordinación público-público.

Lo segundo es el mundo privado. Ahí uno de los problemas que yo visualizo es que la oferta está hecha de pequeñas instituciones, agentes y empresas que no generan masa crítica suficiente para buscar escala. Por ejemplo, tanto en la provisión de ciertos bienes y servicios (que requiere que todos se pongan de acuerdo), como también buscando alguna buena oportunidad de ser una contraparte potente frente al aparato público, para pedir algunas cosas que son propias del sector: como reglamentos, estandarizaciones, temas de acuerdo de propiedad intelectual, en fin. Poner de acuerdo a muchos es más difícil, además en el mundo de las artes y la cultura en Chile, en general, es doblemente más complejo, por las personalidades y un sinnúmero de cosas que todos conocemos. Entonces esa dispersión hace bastante difícil el proceso de constituirse como fuerza económica, aunque creo que están habiendo cambios.

Y lo tercero es la coordinación público-privado. Hoy se han visto casos interesantes de coordinación. Por ejemplo el Gobierno pasado tuvo un programa que se llamaba “Fondo de innovación estratégica”, en el que se eligieron cuatro o cinco ámbitos y uno de ellos tenía que ver con las industrias culturales. Se creó una mesa de coordinación que estaba amparada bajo Corfo, que hasta hoy funciona y en la cual se trata de ver y vislumbrar cuáles son los cuellos de botella o los lomos de toro que están afectando la industria; ver el sector público para se organice entre ellos; y generar hojas de ruta para darle consistencia en el tiempo y para que la inversión que haga lo público y lo privado, de alguna manera permanezca y vaya generándose mayor certidumbre en el tiempo.

Yo diría que son esos tres ámbitos.

Se están haciendo cosas en Chile. Algunas son por presión, por desesperación sobre la situación contingente… A veces cuando el ciclo económico anda bien la gente se despreocupa de esto y cuando la cosa anda mal se empiezan a ver los problemas y nace mayor preocupación. Hoy encuentro que hay más coordinación, me ha tocado asistir a varias charlas durante estos últimos dos años sobre las culturas, las artes y la industria creativa que están tratando de generar propuestas de valor de manera conjunta… para también abordar el mundo público de forma coordinada.

Propiedad de autor

–Y sobre el derecho de propiedad intelectual…
Yo creo que ahí hay un tema bien complicado en lo cultural, primero sobre el régimen de incentivos; segundo desde el punto de vista regulatorio o rayado de cancha; tercero sobre si se están respetando o no dichos procesos; y cuarto, que efectivamente los distintos actores lo respeten más allá de la autogestión. En este aspecto el mundo está cambiando. Por ejemplo, en un ámbito tal vez irrelevante, la mayoría o casi todos los profesores universitarios de los países desarrollados cuando muestran una presentación en Power Point, los slides traen un logo que dice: “esto está protegido porla ley de propiedad intelectual”. Y para qué decir el mundo de la música. En el fondo hay todo un movimiento para lograr que esto de la propiedad intelectual genere los estímulos suficientes, pero no como pasa en el ámbito científico-tecnológico y en el ámbito farmacéutico sobre todo, que otorga un poder monopólico casi que de por vida. Sin embargo, uno ve la industria de la música, como el caso de Jamaica, donde yo fui para entender bien el fenómeno de Bob Marley, y es increíble lo que hay en la cultura jamaiquina con respecto al derecho de propiedad intelectual.

Hoy Chile está un poco lejos en eso, lo que al final trasunta en poco incentivo a quienes quieren buscar algo de rédito comercial por el arte que hacen, y prácticamente quedan reducidos a esperar que el sector público les otorgue los recursos que necesitan.

–El derecho de autor no sólo se trata de un tema monetario, sino que de un círculo virtuoso ¿no? En el sentido de que si yo refiero o cito al que hizo la imagen que ocupé para un libro o para una simple entrevista para la web, también estoy generando una especie de retroalimentación…
Claro. Hoy no pasa necesariamente por un tema monetario; y sí es importante el reconocimiento o que sea clara la fuente de una foto, una imagen, un cuadro, un lugar que esté retratado en algún medio. A mí me ha tocado un par de veces que he puesto cosas y de despistado no agregué la fuente, y al día siguiente me llega un correo de alguien que me dice: mira esta foto es de tal lugar y tiene que citarla. No es que me digan te vamos a cobrar… aunque a veces te cobran. Pero tienen toda la razón.

Provincia de San Antonio o Litoral Poeta

–¿Por qué crees que la provincia de San Antonio, más conocida como Litoral de los Poetas (lo dicen hasta los letreros del Mop) no ha generado un plan contundente de desarrollo de la cultura, del patrimonio y de las artes? Primero considerando que está tan cerca de Santiago; segundo, que en este territorio no solo se ha desarrollado la obra de algunos de los principales referentes culturales de Chile, sino que es aquí además donde ellos han decidido sembrar sus huesos; tercero, que es un sitio de enorme valor histórico por los asentamientos indígenas que habitaron la zona; cuarto: que tiene el principal puerto de Chile; quinto, por su oferta gastronómica y vitivinícola; y sexto: por su gran riqueza natural, con un pacífico particularmente hermoso, con quebradas, humedales, santuarios de la naturaleza y con arenas que desde Santo Domingo a Algarrobo cambian de negro a blanco.
¿Qué se debería hacer o por donde se podría comenzar?

No manejo todos los antecedentes como para decir porqué no ha sucedido, sin embargo, sí puedo comentar sobre lo que se podría hacer. El problema es que son muchos jugadores que requieren coordinarse entre ellos y darle una orientación de mediano y largo plazo, o sea, hay que juntar a toda la gente que ve los temas de patrimonio material e inmaterial, con la gente que maneja los santuarios, los museos, con quienes manejan los reglamentos, los temas turísticos, los medios de promoción, los privados involucrados, en fin. Muchos de ellos están en el ámbito público, pero ellos no conversan porque tienen un sistema centralizado desde el punto de vista de las decisiones, que se toman en Santiago en forma separada y de manera estandarizada por cada ministerio. Eso no debería ser, porque se necesita una coordinación a nivel del territorio. Yo tengo la esperanza de que con el proceso de descentralización algo de esto mejore, pero para ello se requiere de los conocimientos.

Mi segundo punto es aprender de otros. Hay muchos países, o en verdad muchas zonas geográficas específicas que con ensayo y error han logrado sacar adelante agendas que tienen que ver con esta complementariedad. Hay que ir a mirar cómo lo hicieron en otros lugares, pero a nivel local, que sea gente del territorio.

Tercero, invitar al sector privado y en varias dimensiones -no sólo uno o dos- para coordinar, desarrollar y ver las complementariedades y las potencialidades para cada uno. Para algunos el efecto será súper mínimo y para otros será tremendamente grande, sobre todo el costo alternativo de no hacerlo. Por ejemplo el caso de la viñas que se unen bajo el lema “Vino, mar y poesía”. Ellas deberían juntarse con los otros actores que completan la frase y podrían convertirlo en una acción que tuviera un impacto importante.

Yo estoy apostando a que el proceso de descentralización, es decir, cuando haya más potestad en las decisiones locales, ayude a que esto cambie, pero requiere de coordinación como hablamos antes, de lo público-público, lo privado-privado y lo público-privado. Esos espacios han estado muy ausentes en Chile.

la asociación de productores de vino, con la asociación de los operadores turísticos, más la asociación de agrupaciones culturales, más los representantes de las municipalidades, junto con las Seremías, la Gobernación, etcétera; todos en virtud de un desafío que debe cumplirse de aquí a diez años”.

José Miguel Benavente

–¿Cómo se puede estructurar de manera eficiente una política creativa o naranja en el Litoral Poeta?
Creo que tienen que estructurar esta propuesta colectiva en forma de desafío. Por ejemplo del tenor de convertir a la provincia de San Antonio en la capital cultural de Chile. Pero lo principal es definir un desafío que se pueda cumplir, por ejemplo el desafío de ir a la luna termina cuando se llega a la luna.

Segundo: que sea en un plazo razonable, que no son dos ni veinte, sino ocho o diez años.

Tercero, el desafío le tiene que hacer sentido a la gente, no a un solo sector o sólo a la industria creativa; la ciudadanía de San Antonio tiene que sentirse realmente partícipe de esto.

Lo cuarto es que se organice en torno a un conjunto de gente que actúan de representantes; esto no puede ser liderado por una sola persona. En Chile además el chaqueteo es grande, sólo basta que una persona diga hagamos esto para que lo tiren para abajo. Lo que te comento se podría llamar técnicamente como poderes distribuidos, compuesto por instituciones más personas con nombre y apellido, teniendo en consideración que no es un tema del alcalde o la autoridad de turno, porque esa persona después no va a estar, sino un tema en que la asociación de productores de vino, con la asociación de los operadores turísticos, más la asociación de agrupaciones culturales, más los representantes de las municipalidades, junto con las Seremías, la Gobernación, etcétera, entre todos, llevan este proceso, el cual está dispuesto en virtud de un desafío que debe cumplirse de aquí a diez años y que los hace participes a todos. Lo más interesante es que estos proyectos que han sido desafíos en el mundo, todos han resultado, y todos se han generado en situaciones de crisis.

Yo creo que la experiencia de San Antonio de transformarse en el principal puerto de Chile fue así. Cuando era niño y vivía en Viña, en Valparaíso, yo me acuerdo de la campaña que hizo San Antonio y eso era un desafío: transformarse en el primer puerto de Chile en un plazo de 10 años, y lo hicieron, pero esto involucró a toda su gente.

Gobierno y Arte

–Hace pocos días el gobierno comunicó dentro de su plan de emergencia a la cultura, las artes y el patrimonio, algunas medidas en beneficio del sector de la economía creativa. ¿Va bien orientado eso?
Uno de los grandes desafíos que tienen los países en situaciones de crisis es cómo se pueden reinventar, Una de ellas es encontrando sectores nuevos que antes no potenciaba y obviamente la economía creativa es uno nuevo para Chile; y dos, entrenando a la gente para que participe en esos sectores nuevos y en tecnologías nuevas. El tema digital es clave y las competencias digitales en general en Chile están bastantes atrasadas, es decir, el conocimiento de plataformas, de herramientas, software, en fin, y formas de trabajar en temas digitales está bien atrasado. Me parece bien entonces que el gobierno entregue la posibilidad para que la gente entrene en esto. Me gustaría obviamente que la escala fuera mucho más amplia, que existan más recursos, en fin, pero la dirección está correcta y es lo que ocho países -desarrollados incluso- están haciendo.

–Como voz autorizada… ¿Cuál es el llamado para las empresas, las autoridades y los actores que de alguna manera pueden ser parte de esta revolución económica?
Yo creo que lo primero es ver la oportunidad que hay en ella. El BID tiene publicado en su página web un par de documentos que se pueden descargar gratis para entender bien de qué se trata. Hay por lo menos dos publicaciones, una que escribió el actual presidente de Colombia, Iván Duque, con Felipe Buitrago, en el cual se ilustra un poco de qué se trata y por qué se llama creativa entre otras cosas, más algunos números relevantes. Después hay otro documento que escribí junto a un colega, Mateo Grazzi, sobre qué hacer con la política pública para promover la economía creativa.

Lo segundo es darse cuenta que es difícil llevar adelante una agenda de promoción del sector por las características propias de éste, en donde hay muchos jugadores que no se representan, y que es necesario poner el esfuerzo en organizar un poco el mecanismo de funcionamiento de los distintos jugadores que están detrás de la economía creativa y fuera de ella también.

Lo tercero es plantear esto en términos de desafío. Yo creo que una agenda de política pública que incorpore al mundo privado, para zonas como San Antonio, y hacerlo en términos de desafío puede ayudar a organizar a darle consistencia en el tiempo; buscar la complementariedad entre todos los mundos y aprovechar las circunstancias de crisis para llevar este plan a cabo de una manera más rápida. Yo creo que esa es una gran oportunidad.

Lo otro interesante o punto fuerte de la economía creativa es que las rentas se disipan en muchas manos y eso es bueno. Para decirlo de otra manera es muy difícil monopolizar como un gran productor de todo esto. No existe. Hay muchas oportunidades y oportunidades para todos.

BID

¿Qué es el Banco Interamericano de Desarrollo?
“En Chile no existe la figura del banco de desarrollo. La Corfo fue un tiempo banco de desarrollo en los años 50 y también el Banco Estado, que en ese tiempo se llamaba Banco del Estado.
Este es un banco de desarrollo multilateral, en definitiva igual que el banco mundial. Nosotros les prestamos dinero principalmente a los países para que hagan ciertas cosas en virtud de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Entre otras cosas les prestamos dinero a las naciones, el Estado se endeuda con nosotros y el dinero se presta principalmente a una tasa súper baja. Incluso para países más complicados de centro América como Haití y todo eso, en realidad es a costo cero. Principalmente lo que trata de hacer el banco es documentar, revisar las mejores prácticas, ver las mejores políticas que se han implementado en otros lados y tratar de traerlo a la mano de la gente que tiene que tomar decisiones.
Estamos organizados en varias temáticas como ciencia, tecnología, infraestructura, energía, agua y en el ámbito de la economía creativa, que no existía en ninguna parte del mundo y el banco la puso visible, como un ámbito adicional en donde podemos ayudar a los países y eso efectivamente venimos haciendo. Por ejemplo hemos apoyado mucho a Panamá, obviamente a Jamaica, Colombia… A Chile menos, hay algunas cosas en infraestructura de barrios patrimoniales, como Concha y Toro en Santiago que han sido préstamos del banco. Son cosas que las instituciones bancarias tradicionales -por ejemplo- no hacen, porque no trabajan con el Estado y sólo operan con las empresas. El BID, en cambio, le presta al país y lo que aporta es el conocimiento técnico que puede tener entre su gente”.

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