El 21 de noviembre de 1945 Algarrobo se conforma como comuna. El primer Plano Oficial de Urbanización, obra de Luis Muñoz, data de 1950, y se mantiene vigente hasta 1969. Este considera un área para la futura costanera que acompañaría la avenida Carlos Alessandri. Entre esa década y mediados de los 70, Algarrobo se consolida como un balneario turístico habitacional.
Algunas otras fechas significativas: en 1993 se aprueba e inicia la construcción del complejo turístico Bahía de Rosas. Al año siguiente se establece el Plan Seccional Costa Dorada durante el gobierno comunal de Luis Baranda y Jaime Gálvez, el que facilita la ejecución de proyectos de gran envergadura en una ubicación privilegiada del borde costero. En 1996 la construcción del megaproyecto inmobiliario San Alfonso del Mar con 11 edificios destinados a segundas viviendas, finalizando el 2009 su primera etapa y el inicio de la segunda en los altos de la ex hacienda San Jerónimo, con el resultado no menor de 1.234 departamentos y 1.926 estacionamientos para una comuna con una sola avenida estructurante y la pérdida para Algarrobo de su campo dunar y la intervención del ecosistema de humedales, en esos momentos considerados como simples «lagunas de patos». Todos, proyectos aprobados y en conocimiento por 6 periodos de diferentes alcaldes. Desde el 2004 hasta hoy, Algarrobo sufre de las graves consecuencias del aumento de proyectos en altura, generando saturación vial, daño al patrimonio natural…
El Plan Regulador (que se aprueba en 1998 durante el gobierno alcaldicio de Jorge Pizarro) centra el interés en beneficio de los proyectos inmobiliarios en la zona del borde costero. La comuna recibe, por parte de las inmobiliarias, inversiones menores, como la iluminación del estadio municipal…
Con el pasar de los años, los proyectos de envergadura se van sumando uno tras otro. En Punta Fraile, bosque de El Canelo, Altos de Mirasol, La Candelaria… Todas estas nuevas construcciones han sido conectadas a la misma red de alcantarillado de años, pero, da lo mismo, porque la empresa constructora de turno invirtió en espectáculos teatrales para distintas administraciones locales en los últimos años.
El 2014 Arenamaris aporta a este panorama descrito, con una torre, ya construida, y tres por construir, de 11 pisos. Para esto, compra y construye en primera línea de mar, y ocupa como vía de evacuación la calle Samuel Lillo que converge con la única vía que conecta a Algarrobo, cambiando la imagen del sector residencial de Mirasol y construyendo por sobre las viviendas ya creadas por más de 40 años.
Y ahora, lo más reciente: con fecha 23 de junio de 2016 ingresa el anteproyecto «Rabanal» a la Dirección de Obras municipal, aprobándose en 2017. 420 nuevos departamentos divididos en 20 torres, junto al humedal de Mirasol. Los primeros días de septiembre se inician las obras que aumentarán de igual manera la congestión vial, dañando el valor paisajístico, con la modificación irreparable a la morfología del sector y pérdida de unos de los lugares prístinos de nuestra comuna, como es la Playa El Cura, de La Cueva del Pirata y su humedal.
Algarrobo no aguanta más. No se pensó de esta manera, no nació para competir con los resorts caribeños, su imagen objetivo no es ser un segundo Viña del Mar. En los próximos años, dependiendo del tiempo que demore la aprobación del nuevo plan regulador (que se encuentra en proceso), no existirá naturaleza y tendremos que vivir con el riesgo de incorporación de nuevos anteproyectos antes de su entrada en vigencia.
Algarrobo vive las dos realidades. El conformismo de algunos que piensan que si los terrenos tienen dueño, estos pueden hacer lo que quieran, total no se les puede prohibir nada, son dueños. Mientras que hay otros, que entienden que la vía es la protección y la urbanización sostenible, siendo importante siempre la valorización de las características ambientales y, al mismo tiempo, objeto de preocupación de vulnerabilidad frente a proyectos que no se integran ni respetan el patrimonio natural, siendo uno de los valores por los cuales Algarrobo genera interés en quienes viven y lo visitan.
Si en el pasado hubiéramos pensado que nada se podía hacer para proteger nuestra comuna, El Canelo ya no existiría y Tunquén sería historia. No todo se puede comprar, existe una necesidad de respeto por Algarrobo, por su historia, su origen de balneario, su calidad de vida, sus hermosas vacaciones con descanso real. Hoy, ¿qué prometemos? Desorden, tacos, stress, malos olores por los alcantarillados, sumideros que llegan al mar. Cada día nuestra línea de borde costero pierde más su encanto y valor natural y es parte del mundo exclusivo con acceso sólo a unos pocos privilegiados.
¿En qué minuto pasó Algarrobo de tener casas de veraneo, con identidad, de piedras, con lindos jardines, con respeto y cuidado por el entorno y de no construir y tapar al vecino para que también disfrute… hasta llegar a las megas torres que todo lo tapan y que su intención es solo tener el olor al mar, ya que incluyen laguna y piscinas? Tenemos visitantes que no conocen la comuna, ya que llegan se encierran y se van. Por qué no construyen en Lampa, Pirque, Ovalle, por qué buscan generar un micro sistema propio sin integración comunal.
Somos una comuna turística que no cumple con su rol hacia su producto interno “turismo”, sin una política ambiental, esto genera un factor detonante que da cabida a que se produzca una gran demanda rentable a la edificación en zonas rurales, parcelaciones, aumentando el desarrollo inmobiliario; el turismo se propicia y desarrolla en nuestra comuna debido a su atractivo, originalmente, como playa familiar, tranquila y de descanso cercana a la capital, escenario que la catapulta como gran destino en los 80’, generando que Algarrobo ganara gran protagonismo como sitio turístico y de interés por sus santuarios y atractivos naturales.
Estamos siendo testigos pasivos de cómo se está entregando a nuestra comuna un impacto de carácter negativo para su paisaje debido a la falta de integración con el entorno natural y su ecosistema. Sin considerar que en Algarrobo, producto del cambio climático y la actividad sísmica, ha disminuido el borde costero, perdiendo playas en sectores relevantes turísticamente. La comuna, en los próximos años, producto de los constantes cambios morfológicos, según estudios de varias universidades, irá perdiendo su línea de costa, esto, influirá en la capacidad de carga de sus playas, atractivos vitales de nuestro borde costero, para poder mantener la actividad recreativa y las prácticas de baño.
¿QUÉ PUEDE HACER UN ALCALDE? Declarar seccionales, que protejan lugares de alto valor natural. Fiscalizar el debido respeto al entorno común, y es que a estas alturas, también, puede lograr un entendimiento con esos empresarios para que no solo generen un beneficio propio por sus utilidades. Aquí es fundamental tener una mirada de buenos vecinos. OK invierta acá, pero, mejore los accesos, el impacto con hermoseamiento, paseos, senderos, iluminación, conectividad. Es fundamental terminar con la degradación de nuestro patrimonio y valorar la razón de comuna turística de calidad. Es prioritario congelar anteproyectos y permisos de construcción, las inmobiliarias continúan con amplia libertad para ingresar proyectos, al amparo del Plan Regulador todavía vigente. La puerta ancha sigue abierta y los inversionistas inmobiliarios han presentado y pueden seguir presentando en la Dirección de Obras proyectos que les aseguren sacar provecho de excesivas regalías.
Es importante que su liderazgo, su equipo, tengan una visión pro-comuna hacia lo patrimonial, en defensa de nuestro entorno. Agotando todas las acciones en defensa y gestión con su equipo jurídico, de un valor comunal que es de todos. Tunquén, Playa El Yeco, son zonas donde la preocupación de los vecinos ha puesto de manifiesto estos temas y con sus propios recursos han realizado gestiones, labor que debería ser encabezada por un municipio que resguarda el interés común.
Alcalde, la historia y sus últimos días de mandato merecen un esfuerzo de su parte, representatividad, que sea nuestra voz ante quienes hoy están construyendo, porque son dueños, claro está, pero Algarrobo quiere y se merece respeto.
No queremos más proyectos que le dan la espalda a nuestra comuna, queremos inversionistas dispuestos a crear y respetar entornos, valiosos para todos quienes habitamos en este territorio.
Me acuerdo de mi infancia, cuando mi madre nos llevaba de paseo a las pozas de la playa El Cura. Era un paseo de todos los domingo, hasta que un día esos paseos se interrumpieron porque apareció el dueño y cerró la bajada, total era el dueño y lo hizo. Eso, me quedó marcado. Pasaron los años y esos vecinos con su propio esfuerzo lograron crear un sendero, cuidarlo y protegerlo para todos quienes quisieran disfrutar de ese sector. Esto mismo les ocurrió a los vecinos de Mirasol cuando apareció el dueño de la bajada hacia la playa Mirasol. Ahora, que es de todos, cuando algo es de todos, existirá un acceso a los vecinos de El Yeco que por años sus abuelos, hijos y nietos bajaron por el sendero del acantilado, o ahora, tendrán que entrar por Mirasol, o por el mirador del Yeco, porque apareció el dueño.
Esto temas, lamentablemente, no tienen un final próximo, existen otros lugares en los que aparecerá el dueño, como lo es la Punta Fraile, de la Cofradía, o Tunquén. ¿Qué más falta? ¿Un portón de acceso? O que nos llamemos «Algarrobo Resort Club House»?
Yo protestaré y seguiré protestando por esos dueños que cierran accesos, bloquean, invaden, construyen y tapan las vistas de residentes que han vivido por años, aquellos que le importa un pito la naturaleza, total, edifica y se va al lago del sur. No vive en Algarrobo porque lo encuentra saturado. Esa es nuestra realidad. Quieran Algarrobo, exijan a sus autoridades, aporten y cuiden esta tierra, que es prestada y tendrá que ser de sus hijos. Si es que no aparece el dueño y la cierra con portón.
Gonzalo Fuentes Vera. Es diseñador gráfico y creador de la plataforma Exploralgarrobo