Vicente Huidobro, el creacionismo en el futbol

Vicente Huidobro Litoral Poeta Chile
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Crear es un verbo sumamente castigado en la actualidad. Si bien parece que el aire de nuestros tiempos nos empuja a innovar y a refrescar viejos paradigmas, en el fondo se premia más el retorno disfrazado de lo antiguo que lo genuinamente nuevo; se prefiere la comodidad de lo ya entendido por la sorpresa de lo incomprendido. En el duro terreno del arte vanguardista de inicios del siglo XX, nació un poeta chileno que revolucionó la manera de concebir los versos y la manera en la cual nos relacionamos con ellos, era un tal Vicente Huidobro.
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«vive vive como un balón de fútbol« – Verso del Canto III de Altazor o el Viaje en Paracaídas

Pero, ¿qué es esencialmente el concepto de creatividad y cómo entenderlo desde un juego como el balompié? Para empezar, la creatividad está relacionada con la personalidad. Un gran gesto nunca está desprendido de quien lo configura y lo vuelve real; siempre es concreto y nunca ideal.

Así como resulta imposible pensar los trazos fuertes y agresivos de Van Gogh sin sus angustias existenciales, también resulta imposible pensar una elástica sin el carisma del gordo Ronaldo, una ruleta sin la elegancia de Zidane o un pase sin ver sin la picardía de Ronaldinho. La autenticidad se refleja en el proceso creativo en la manera en la cual la identidad del sujeto se impone con originalidad frente al imperio colectivo de lo homogéneo.

La creatividad está irremediablemente asociada con otro concepto: la seducción. El espectador ama aquel jugador que es capaz de engañarlo con una jugada sacada de la manga en un momento preciso. Se dice que el flaco Menotti alguna vez dijo:

El futbol es el único lugar donde me gusta que me engañen

Pues también en el arte, porque un gesto creativo quiebra el orden de significados, rompe la dura estructura del juego y lo abre, lo desdobla (Heidegger). Pienso en el gesto de Pelé cuando deja correr la pelota y se genera un autopase de la nada, pienso en Cuauhtémoc cuando daba un pase con la espalda. Se crean no sólo nuevas formas de patear el balón sino nuevos conceptos que enriquecen el juego y lo vuelven más atractivo.

Pensemos en una posición que poco a poco ha ido desapareciendo de los esquemas tácticos que privilegian el orden y la cuadrícula, el diez. El creativo, el que se bota, retiene, se quita a uno y crea pasillos donde antes existían paredes. Se me viene a la cabeza Riquelme dando taconazos asistiendo al volante que se incorpora. Curiosamente, Vicente Huidobro dejaba clara la misión del verso en su poema Arte Poética:

«Que el verso sea como una llave, que abra mil puertas…»

De ahí su concepción del poeta como pequeño dios que crea universos con palabras. El 10 es el jugador que hace que lo inesperado suceda. Hace magia y, por lo tanto, es el jugador más suelto, el que tiene menos obligaciones al defender; el más libre. Curiosa metáfora si la llevamos al plano social. La sociedad que privilegie la creatividad será entonces la más suelta, la menos reprimida, en pocas palabras, la más libre.

Los sistemas tácticos que han hecho historia son aquellos que han hecho cosas diferentes esperando resultados diferentes, buscando innovar sin importar el posible fracaso. Un Guardiola, un Sacchi, un Rinus Michels, buscaron inventar a partir de la diferencia, no a partir de lo idéntico. Gilles Deleuze, uno de los filósofos que más pensaron la diferencia y la singularidad dijo en una entrevista en 1989 lo siguiente:

Campeones hay de dos tipos y no podemos pretender que tengan el mismo valor: los creadores y los no creadores.

Es importante tener en cuenta que la creatividad no llega sin trabajo, eso es una ilusión del pensamiento. Bien dijo Picasso que la inspiración llega cuando uno se encuentra trabajando, en el esfuerzo. Si la espontaneidad no encuentra madera huye sin dejar rastro. La genialidad siempre aparece bañada en sudor.

Por lo tanto, crear es resistir, combatir contra el flujo de lo cotidiano y la mismidad de las formas. Crear es rebelarse contra todo lo que nos ata y nos quiere estandarizar. No poder ejercitar la rebeldía es la única muerte verdadera, escribió Huidobro en 1926. La diferencia provoca, de manera inmediata, extrañeza.

Lo extraño que ha de haber sido observar a la naranja mecánica que corría desbocada sin guardar un orden, o ver a un portero jugar de falso 5 repartiendo el juego en la salida. Claramente, nada está dicho aún. El juego se configura a través de los momentos que lo hacen diferente dentro de una misma estructura, igual que a la poesía.

Fue en 1931 cuando Huidobro publica su obra maestra, Altazor o viaje en paracaídas, donde el poeta es una metáfora que cae para renacer e instaurar una realidad poética profética que siempre es lúdica, infinitamente más rica en palabras, en imaginación y en símbolos. Mediante la repetición, la cacofonía y la desarticulación del lenguaje, el lector experimenta una nueva emoción, la emoción poética que desborda el entendimiento y lo hace bailar, como un gran festejo después de una pincelada de gol.

Y no queda más que cerrar con versos del poeta y experimentar la creación como una semilla que salve del hastío y de la monotonía.

Juguemos a tirarle un túnel a la repetición, a ser como un balón, que nunca permanece quieto; un nómada que baila y ríe con la mejor música.

Aquí les dejo un pedazo del Canto III de Altazor o el Viaje en Paracaídas de Vicente Huidobro.

Canto III Altazor o el Viaje en Paracaídas (extracto)

Todas las lenguas están muertas
Muertas en manos del vecino trágico
Hay que resucitar las lenguas
Con sonoras risas
Con vagones de carcajadas
Con cortacircuitos en las frases
Y cataclismo en la gramática
Levántate y anda
Estira las piernas anquilosis salta
Fuegos de risa para el lenguaje tiritando de frío
Gimnasia astral para las lenguas entumecidas
Levántate y anda
Vive vive como un balón de fútbol
Estalla en la boca de diamantes motocicleta
En ebriedad de sus luciérnagas
Vértigo sí de su liberación
Una bella locura en la vida de la palabra
Una bella locura en la zona del lenguaje
Aventura forrada de desdenes tangibles
Aventura de la lengua entre dos naufragios
Catástrofe preciosa en los rieles del verso

Texto e imágenes por Diego Andrade  (@diego_a72) de Apuntes de Rabona

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