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A 50 años del premio Nobel: con Cantalao en la mira

Hace medio siglo atrás, el 10 de diciembre de 1971, el poeta Pablo Neruda recibía en Estocolmo, Suecia, el segundo y último Premio Nobel de Literatura conseguido por un chileno. 26 años antes, en 1945, Gabriela Mistral había abierto el camino para todos los autores latinoamericanos.
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Un 21 de octubre de 1971, la Academia Sueca comunicaba que Pablo Neruda, poeta universal, gestor del Winnipeg y reconocido en todos los rincones del mundo por su obra infinita, era el ganador del Premio Nobel de Literatura… y justificaba su decisión con las siguientes palabras: por “ser autor de una poesía que, con la acción de una fuerza elemental, da vida al destino y los sueños de un Continente”.

Tras la noticia Neruda tuvo poco más de un mes y medio para afinar su discurso, el cual lo centró en relatar parte de su increíble experiencia fugitiva –hecho digno de película–, cuando escapó de Chile hacia Argentina atravesando en mula la imponente y brutal Cordillera de los Andes. Una hazaña de vida o muerte empujada por el desafuero y acoso que le generó la Ley Maldita promulgada por el Presidente Gabriel Gonzalez Videla, de quien Neruda incluso había sido su generalísimo en la campaña. “El pueblo te llama, Gabriel”, recitaba el poeta antes de la traición. Finalmente Neruda no pudo ser capturado y apareció en Europa participando de la escena pública internacional como portavoz de los avatares que sufría en ese entonces su patria, circunstancias que lo habían obligado a cometer la locura de escapar de esa manera tan arriesgada.

Neruda lo pensó bien. Eligió esa experiencia única para dejarla vinculada para siempre a la Sala de Conciertos de Estocolmo. Sin duda es una de las vivencias más épicas de su vida.

Hoy, en 2021, a 50 años de que Pablo Neruda obtuviera la Copa Mundial de la literatura, Raúl Bulnes Calderón (80), presidente del Directorio de la Fundación que lleva el nombre del poeta, nos recibió amablemente –justo un 21 de octubre, pero de 2021– en su oficina de arquitectura ubicada en Apoquindo, entre Escuela Militar y el Apumanque. Era la primera vez nos reuníamos a conversar distendidamente en torno a este hombre mundial lleno de luces y sombras.

Y me detengo aquí un segundo, porque me parece relevante dimensionar la inmensidad de Pablo Neruda metiéndolo en un lenguaje más simple y cercano al obrero constructor de puertas y ventanas. Para ello reuní a un grupo de amigos futboleros y lo que resultó fue muy interesante, porque lograron sintetizar al poeta muy a su modo. De Neruda ellos sabían lo básico o lo típico, es decir, que había ganado el Nobel, que era bien político, “medio comunista”; sabían el “me gusta cuando callas” y que en la actualidad era un personaje resistido en las redes, principalmente por parte del feminismo duro. Sin embargo, si bien habían escuchado sobre el Winnipeg o el Canto General, la verdad es que desconocían las profundidades de la creación y el detalle de sus hazañas, tales como cruzar la Cordillera de los Andes arriba de una mula. Tras escuchar el apasionado relato de toda esa épica, parrilla mediante, los muchachos buscaron patrones en sus mentes futbolizadas y llegaron a la espontánea conclusión de que Neruda era como “una especie de Maradona poético”.

Y bueno, qué más les podríamos decir. Queda ahí botando.

Neruda, Bulnes e Isla Negra

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Raúl Bulnes en su oficina de arquitectos en Apoquindo.

Raúl Bulnes, arquitecto y amante de la literatura, debe ser una de las voces más autorizadas para hablar de Neruda. Creció bajo la influencia magnética que generaba el vate en todo su entorno. Su Padre, el doctor Raúl Bulnes Cerda, fue un estrecho amigo y colaborador de Neftalí. “Yo de niño tenía muy buena relación con la Hormiguita. Ella siempre me abría la casa cuando iba con amigos y nosotros entrábamos a jugar en el living, con toda libertad. Neruda escribía en otra parte, en la cabañita de madera que está abajo del restorán”. Recuerda el presidente de la Fundación que hoy dirige los destinos del poeta.

¿Cuándo comienza su relación con Pablo Neruda?
Mi relación con Neruda partió antes que yo naciera, con la amistad entre mis padres y “la Hormiga” (Delia del Carril). Yo nací en 1941 y mis padres y Neruda llegaron a Isla Negra en 1938.

Cuando todavía no se llamaba Isla Negra…
Claro, cuando la localidad tenía tres nombres: “las Gaviotas”, “Costa Azul” y Córdova”. Éste último era el nombre que quería don Eladio Sobrino, pero mi mamá y la hormiga, que eran las más combativas, salían y le rayaban el letrero. Le ponían Isla Negra. Al final se aburrió y se quedó con Isla Negra. Así fue.

Cantalao: el máximo deseo del ‘arquitecto’ Pablo Neruda

A medida que Raúl Bulnes fue creciendo y tras estudiar arquitectura, encontró sintonía y apoyo en Neruda quien, como buen poeta, se mantenía en contacto con los jóvenes. “Él sabía que yo estaba en las juventudes comunistas –aunque me marginé prontamente empujado por la reflexión que me generó la invasión a Checoslovaquia–. Recuerdo que siempre estaba en discusión con Neruda, sobre muchas cosas, pero en buena onda. Lo llevamos a la escuela de arquitectura y siempre participó. Neruda para mí era también un súper buen arquitecto, tanto así que varios arquitectos que trabajamos con él coincidimos en que Neruda perfectamente podría haber sido uno, y lo era en el fondo, porque cuando tú le hacías algo, él sabía mucho mejor lo que quería”, comenta el actual presidente de la Fundación Pablo Neruda.

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“Galardón para la patria” tituló El Siglo.

¿En qué estaba usted Raúl cuándo se anuncia el Nobel para Neruda?
En ese momento estaba trabajando en la Cormu (Corporación de Mejoramiento Urbano) y recuerdo que teníamos a cargo el Parque O`Higgins (junto a Carlos Martner). Pablo Neruda estaba como embajador en Francia. Cuando se supo la noticia hubo una reunión en Isla Negra a la que asistieron varios ministros de Salvador Allende, como Carlos Matus y Sergio Insunza. Ahí la Mary y Carlos Martner, nos juntamos en la hostería con un montón de gente y le escribimos una carta diciendo que queríamos hacer el equipamiento comunitario de Isla Negra, una plaza mirador con vista al mar y Cantalao. Carlos Martner hizo un dibujo de la plaza y todos les escribimos algo y se lo mandamos de regalo como un montón de amigos. Y Neruda nos contestó que estaba feliz que hiciéramos todo eso y que avanzáramos, pero que con Cantalao lo esperáramos hasta que estuviera en Chile, porque iba a renunciar a la embajada.

¿Por qué iba a renunciar a la embajada?
Por el cáncer. Yo lo sabía porque mi padre fue uno de los médicos que estuvo en la operación poquito antes del Nobel. Lo atendieron en Rusia muy mal. Lo trataron en Francia también, muy mal. Todavía no había algo muy desarrollado para el cáncer a la próstata, y mi padre como era urólogo y trabajaba con Vargas Salazar, fue a la operación en el hospital de Paris a principios de 1971. Neruda le mandó una carta a Volodia, en la que le escribe que el doctor Bulnes, que estuvo en su operación, les va a contar la realidad de su enfermedad. Mi papá, hombre de izquierda, pero que no pertenecía al partido, cuando llega a Chile va inmediatamente al Comité Central del Partido Comunista y entonces les plantea que Neruda tenía una enfermedad terminal y que él lo sabía. Desde ahí, año 1971, que me metí en el tema de Isla Negra por el Nobel y no he parado nunca más de estar ligado al poeta.

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Carta enviada a Pablo Neruda por amigos de la Cormu al enterarse del Nobel.

Raúl Bulnés se confiesa con Litoral Poeta y nos revela que está muy cerca el momento de dejar la Presidencia de la Fundación, pero aclara que tiene la idea no de salir por completo, sino que enfocar todo el tiempo que le quede en lograr el desarrollo del último deseo de Pablo Neruda: Cantalao, que es un terreno plano en Punta de Tralca, pero con gran sensación de altura, porque está rodeado de acantilados que chocan con el Océano Pacífico; ahí el bardo quería construir una residencia para recibir a artistas de todo el mundo. Tal vez como lo hacían los filósofos griegos, él también soñaba con fundar su propia academia internacional del pensamiento, la poesía, el arte y las ciencias.

Ese terreno con hermosa vista al mar todavía existe como propiedad de la Fundación y es un paseo abierto a la comunidad, sin embargo, el pueblo extrañamente poco sabe de su existencia. El apagón cultural que generó la dictadura militar ha sido difícil de superar.

¿Y qué pasó con Cantalao después del Nobel?
Neruda estaba formando una Fundación que se llamaría Cantalao y yo estaba ahí con Carlos Martner encargados de los proyectos que se iban a estar desarrollando a futuro. Los directores eran el rector de la Universidad de Chile, de la Católica y de la Técnica. Estaba la CUT, la Sociedad de Escritores y los representantes de Neruda, que eran mayoritarios, entre los que me acuerdo estaba Sergio Insunza, Flavian Levine… Y bueno, luego vino el golpe, nos quedamos con dos obras iniciadas y Cantalao a punto de empezar. A las dos obras las barrieron, le pasaron hasta bulldozer a la de Isla Negra. Lo liquidaron todo. Y el mural de la María Martner que estaba empezado, súper bonito, también lo botaron e hicieron pedazo.

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Bosquejo de 1973 de lo que se pensaba hacer en Cantalao.

El nuevo Master Plan de Cantalao

Instalados en su escritorio, Raúl Bulnes detiene la conversación, se levanta de su asiento y nos invita a que lo acompañemos. Nos lleva a otra pieza y desde un mueble de cajones alargados extrae dos planos del proyecto Cantalao que tiene en mente, uno el ideal y el otro el optimizado. “Fuimos a ver el terreno con Fernando Castillo Velasco, rector de la Católica en ese entonces”. Rememora los tiempos cuando conoció el terreno, mientras extiende en una mesa este nuevo master plan.

Raúl nos cuenta que en 1973 estaba todo listo para empezar a construir Cantalao, sin embargo el Golpe Militar detuvo al país por completo y por cierto, el sueño de Neruda. Desapareció así todo vestigio del proyecto, casi en concordancia con su presencia física y toda una época.

¿Cómo sería este nuevo Cantalao?
Con un acuario y un centro de estudios del mar; con las caracolas que están en la Universidad de Chile, más las que tenemos en Isla Negra, todas acá. También un anfiteatro cerca del acceso. Todo peatonal. El anfiteatro pensado para seminarios culturales de ciencias, artes y literatura, que era como lo pensaba Neruda. Y si la primera idea es imposible de hacer por recursos, tenemos una alternativa que incluye un proyecto inmobiliario, con el cual podamos autogestionar la idea de las residencias, de tal manera que los escritores y artistas puedan venir a alojar a Cantalao desde todas partes del mundo.

¿Una especie de Airbnb poético?
Claro, podría entenderse como algo así.

¿Qué se necesita para volver real ese Cantalao?
Hay una tarea inconclusa, tanto del Estado chileno, como de la Fundación, que es la de concretar la idea más importante de Neruda, que era la Fundación Cantalao, y que quedó trunca por el Golpe Militar. Yo creo que se deberían dar la condiciones para construir el sueño de Neruda durante los próximos años, sin apuro, pero pensándolo muy bien, para que realmente sea un lugar de encuentro, no sólo de escritores, sino que de artistas en general, donde incluso se juntara la ciencia y el estudio del mar. Aportando así al desarrollo del país con visiones poéticas de futuro.

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Master Plan de proyecto Cantalao creado por Raúl Bulnes.

Vicente Huidobro presente en el discurso del Nobel

Neruda era un poeta filoso cuando se lo proponía y en el momento que tocó la cima así fue: “El poeta no es un ‘pequeño dios’. No, no es un ‘pequeño dios’. No está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios. A menudo expresé que el mejor poeta es el hombre que nos entrega el pan de cada día: el panadero más próximo, que no se cree dios”. Leyó Neruda en una Sala de Conciertos de Estocolmo repleta.

En el discurso del Nobel, Neruda también se da el gusto de afirmar que el poeta no es un pequeño dios, en directa alusión a Vicente Huidobro…
La poesía de Huidobro siempre fue muy moderna para su época y con Neruda siempre tuvieron grandes discusiones. Y sí, la poesía de Neruda nace desde la base de la pirámide; la poesía del pueblo. Pero Neruda también dice otras cosas muy importantes cuando relata la odisea de cruzar la cordillera: elimina toda referencia de la circunstancia histórica, habla de acontecimientos ya olvidados en sí mismos, agregando: “Comprendí entonces de una manera imprecisa, al lado de mis impenetrables compañeros, que existía una comunicación de desconocido a desconocido, que había una solicitud, una petición y una respuesta aún en las más lejanas y apartadas soledades de este mundo (…) el poeta debe aprender de los demás hombres. No hay soledad inexpugnable. Todos los caminos llevan al mismo punto: a la comunicación de lo que somos. En los sucesos de este viaje dijo: “están consumados los más antiguos ritos de la conciencia: de la conciencia de ser hombres y de creer en su destino común”.

El Litoral Poeta del mundo

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Uno de los acantilados surponientes de Cantalao chocando con el Pacífico. Fotografía de la productora Lihüen Films

¿Cómo ve el desarrollo de la zona Litoral Poeta?
Pocas veces se da una condición tan especial como que estén esa calidad de poetas en un solo lugar. Es extraño porque Chile es un país de muchos poetas, en el sur por ejemplo está lleno de lugares, sin embargo, con una concentración como la que ocurre en el Litoral Central es casi un milagro para la provincia y la región en general. Una oportunidad única de desarrollo.

Con respecto a la posibilidad liderar esta concentración de poetas que se da en la provincia de San Antonio. ¿La Fundación está abierta a la interrelación?
Tenemos relación con todas las fundaciones culturales, sobre todo con Huidobro, con quienes siempre hemos tenido una muy buena relación. De alguna manera la mala relación que pudieron tener en vida ellos, nosotros la hemos sanado. Con Nicanor pasa algo parecido. En vida tampoco tuvieron una una relación muy diáfana que digamos, pero ahora tenemos muy buena relación con ellos y con todos en general.

¿Cree posible que más adelante Chile vuelva a ganar un Nobel? ¿Cree que si existe Cantalao podemos estar más cerca de que eso vuelva a suceder?
Yo creo que es posible. Es cosa de moverse bien nacional e internacionalmente. Yo creo que Cantalao, con un proyecto de desarrollo interesante, podríamos conseguir lo que se necesita para volver a posicionar nuestra poesía a nivel internacional.

Apropósito de eso y soñando con nuevos reconocimientos: voces ecopoéticas, dentro de las que me incluyo, se han comenzado a preguntar por los méritos y cosmovisión del Premio Nacional de Literatura 2020, Elicura Chihuailaf. ¿Qué le parece a usted el poeta mapuche?
Me encanta, es buenísimo. Prácticamente nos hemos hecho amigos y es un gran colaborador de la Fundación. Él además fue premio a la trayectoria poética en el Festival de poesía 2020 que organizó la Fundación Pablo Neruda. Yo he ido a recitales suyos en el sur y me parece súper interesante y político además; muy comprometido con sus causas. Escribe poesía y prosa muy bien, igual que Neruda y lo hace en castellano y en mapuzungun. Tiene una visión del espacio natural impresionante. Me gustaría también destacar a Raúl Zurita que tiene méritos suficientes. En Chile la verdad que es muy difícil elegir, porque siempre ha sido un país de poetas.

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