La única pandemia es la estupidez humana

Diario del Virus: ¿Poner en entredicho el discurso oficial en torno al Covid-19? ¿Chile Despertó?
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Así, con severidad y determinación, el escritor, activista, periodista ciudadano y artista Pablo Salinas, abre una puerta hacia las entrañas del Covid-19 con su reciente publicación Diario del Virus, en donde deja ver, a través de su minuciosa investigación, una crítica a la ciencia, a la humanidad y al status quo que hoy por hoy nos mantiene recluidos en nuestros hogares. Y es que al parecer, la dictadura en Chile jamás ha terminado, antes bien, se ha camuflado o reinventado, y esta pandemia le cayó como anillo al dedo al Gobierno de turno que, sin más información nos mandó a encerrar y nos impuso el toque de queda, como en un arresto domiciliario mancomunado y acreditado por políticos, médicos y una comunidad científica soslayada.

“Chile no despertó” dice Salinas; tras el estallido social de octubre 2019, nadie a la fecha se ha preocupado de escarbar en verdades o de cuestionar las pésimas acciones tomadas por el Gobierno del señor Piñera. A nivel local ya es un desastre, y en palabras del autor “Una comunidad científica que nunca se pronunció, que nunca estuvo a la altura, que nunca fue capaz de articular un discurso agudo, pertinente, de exhibir una conducta sagaz, incisiva, un cuestionamiento, una respuesta dinámica, emancipada de dogmas, de verdades prediseñadas, respondiendo sólo ante las emisiones desnudas del fenómeno. Mientras del otro lado de los Andes, en Argentina, se conformó a las pocas semanas un grupo multidisciplinario, integrado por decenas de profesionales de primer nivel, epidemiólogos, infectólogos, inmunólogos, médicos, sicólogos, que no pudo sino sumarse a este gran debate local y mundial, y emitió públicamente una voz crítica hacia las políticas de tinte totalitario que gran parte de los gobiernos del planeta aplicaban sobre millones de ciudadanos. En Chile el silencio, la obsecuencia y la inercia neuronal se impuso y reinó”.

Durante la lectura de este importante documento, es imposible evitar que afloren cuestionamientos, dudas y una realidad que pareciera estar lejana. La pandemia ha sido adecuadamente utilizada y adaptada a las necesidades de ese grupito de apellidos archiconocidos que le mete mano a los bancos, a los medios de comunicación y a las afp´s, aprovechando la circunstancia y sin un pronunciamiento serio y verdadero de cómo abordar el problema sanitario.

¿Pandemia o Plandemia?

A nivel mundial tampoco estamos lejos de apreciaciones que confirmen una plandemia. La investigadora española dedicada hace años al estudio del mundo geo-político-económico,  Cristina Martín Jiménez, lanza interrogantes: ¿Por qué tanta insistencia en parar el mundo, en confinarnos en casa? ¿Cuál es el origen real del virus? ¿Había contado China la verdad? ¿Fue un ataque de Estados Unidos? y concluye que «los sucesos geopolíticos no ocurren aislados, todos están interconectados entre sí, y, además, suceden en unas circunstancias concretas y con unos intereses económicos y de lobbys de poder muy precisos»; y se refiere también a la élite mundial (Club Bilderberg) conformada por ciertos  presidentes, dueños de laboratorios, realeza europea, industriales de estados unidos y otros personajes de alta gama económica que, aliados, buscan por un lado disminuir la población mundial y por otro hacer que los países se endeuden para conseguir el control de sus riquezas naturales, de su población y por supuesto de sus economías. Ella lo llama: la era de la desglobalización, donde cerrar fronteras y obligar a un encierro, son parte de las estrategias para lograr sus intereses finales.

El selecto Club Bilderberg apareció recién en 1954 y reúne al 1% de los más ricos mundialmente, propietarios de una riqueza mayor a la del 99% restante y donde encontramos por ejemplo a: David Rockefeller, nieto del multimillonario y magnate petrolífero John D. Rockefeller; a Jacob Rothschild, del linaje de “los Rothschild”, fundadores de bancos e instituciones financieras, y a partir del siglo XIX una de las familias más influyentes del mundo. Ambas familias son dueños además de fábricas de armas, medios de comunicación (Time, Washington Post, Cadena Fox, CNN), transnacionales, el FMI y claro, de laboratorios médicos. Otro personaje que forma parte de esta élite es Bill Gates, quien además de Microsoft, tiene su Fundación vinculada a vacunas y aparentemente a la ayuda humanitaria.

Entonces, de 7625 millones de personas que habitamos este planeta, son 33 poderosos (el número tiene respuesta en la masonería) que se reúnen anualmente en lujosos hoteles a puertas cerradas y sin prensa, para maquinar el funcionamiento global y determinar cómo vivirá usted, lector común, en este apartado lugar llamado Chile. Aunque hay opiniones menos dramáticas como la del filósofo Žižek quien dirige su atención al futuro y dice que: “incluso los eventos horribles pueden tener consecuencias positivas impredecibles” y considera la posibilidad de “una sociedad alternativa”.

Delirio Colectivo

En Chile, en tanto, se cree a Fé ciega en todo lo que diga un ministro. Se acatan, sin mediar un asomo de crítica o cuestionamiento, las restricciones a la vida privada donde no tenemos libertad de actuar, de movernos ni de pensar porque hasta en el metro tenemos el bombardeo mediático que desinforma, oculta y tergiversa para ayudar al sometimiento, en un delirio colectivo más próximo a un centro de salud mental.

Los italianos, que fueron uno de los pueblos más castigados en cuanto a víctimas fatales, ya hace varias semanas vienen cuestionando la raíz del asunto: las mentiras del discurso oficial respecto al nuevo virus. Tanto que una de las consignas en una manifestación fue, nada menos: “¡El COVID no existe!” menciona Salinas aproximándose a la poca capacidad de ver que padece ese Chile que supuestamente despertó, y agrega: “Darse un baño sanitario, sí, pero de prejuicios y condicionamientos mentales….a nivel local ni los Matus, Matamala, Espacio Público y no sé quién más no hacen o no están dispuestos a hacer. De partida, se puede decir que no lo hacen porque esas voces, las preclaras que encabezan la “disidencia”, son, curiosamente, periodistas o economistas (los estudios hechos por la mentada Fundación Espacio Público, que tanta repercusión mediática ha obtenido, los firman ¡abogados y economistas!). No hay biólogos, virólogos, médicos ahí metidos”.

Diario del Virus ofrece sin dudas, un planteamiento profundo que alcanza varios tópicos. Si bien es posible ahondar en confabulaciones, en las tardías medidas sanitarias, en la escasa o nula participación de la comunidad científica chilena (lo que también deja ver un vacío) o en la comparación de virus como el Ántrax, el H1N1 o el Ébola que no fueron declaradas como pandémicas; lo cierto es que la línea divisoria entre la realidad y la ficción es cada vez más borrosa, pero vale la pena informarse de buena mano, aunque sólo sea para despertar una neurona y analizar la situación.

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