—¿Cobremos por cada trámite que hagan? Eso hacen las empresas de ahora, ¿no? ¿Qué piensan ustedes?
—Deppen wallet —dijo Federico, el típico lisonjero que siempre agrega algo siútico encima de las ideas del jefe.
—Esto no es una empresa. Discúlpenme, me niego absolutamente a la posibilidad de que la principal universidad de Chile sea comprendida como una empresa —intervino abruptamente Hector, que hablaba poco, pero tenía siempre una postura clara sobre las cosas. Opinión que en general todos respetaban, básicamente porque él también respetaba a los que pensaban distinto.
—Pienso que la Universidad pública sí podría funcionar como empresa, pero sólo en algunas unidades —metió la cuchara Marcelo—, o en algunos departamentos estratégicos, como por ejemplo el area de desarrollo de software o la de innovación digital. La cual además de prestar servicios internos, debería estar abierta a proyectos externos que se enmarquen en los valores y la misión fundacional de ésta, la principal academia de Chile, que no es otra que aportar al desarrollo del país.
—Está interesante lo que plantea Marcelo —comentó Angélica y agregó—: me parece interesante porque de alguna manera se hace cargo del desafío de estar en la cresta de la ola en cuanto a desarrollo digital, que es lo que viene… ¡Qué digo! Es lo que ya está. Y porque esa visión empresa en algunas áreas estratégicas de la universidad que se conectarían comercialmente con el exterior, puede que nos vuelva competitivos, ya que generaríamos nuevos recursos que nos permitirían, por ejemplo, retener el talento, que tanto nos está costando mantener. Lo otro y -entiendo muy bien lo que dice Héctor- es que si somos competitivos podríamos de verdad ser un verdadero aporte al país. No sólo la universidad necesita digitalizar su gestión, lo necesitan también los colegios, los institutos, las municipalidades y en general todo el aparato público. Y si no es la academia quien empuja esos procesos, entonces quién. Por eso es clave mantener el espíritu de universidad pública, siendo diversos, inclusivos, cuidando a nuestros estudiantes y ojalá no cobrándoles nada o lo mínimo posible, para que sólo prime el talento, pero bueno, esa ya es otra discusión.
—Bien —dijo el jefe mientras se levantaba—. Nos vamos con una tarea: traer una o varias ideas para el próximo miércoles que ayuden a dinamizar nuestros procesos, pero principalmente que estén al alcance de la mano, para aplicar now. Por otro lado estoy de acuerdo que sería interesante, como visión, instalar dentro nuestra organización una incubadora de proyectos de alto nivel. Que sea referente en su ámbito y que proporcione servicios internos que nos permitan tener la universidad y la facultad digital más sofisticada y funcional de Chile; que lidere en experiencia dentro del usuario universitario. Pero vayamos paso a paso y veamos si podemos mejorar lo que está al alcance hoy, luego nos enfocaremos en revisar nuestros procesos y reflexionar sobre qué mejoras deberíamos implementar.
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