Amaneció el día con camisa de algodón de manga corta. Panorama mañanero burrocrático, retirar limitatoria cuérvica licencia de conducir que grazna fuerte mi edad con voz de mala lluvia. Hasta antes eran seis, ahora solo dos, los años de licencia; el tiempo acorta y la pelada viene en paso militar de ni me atrevo a indagar más, dum spiro spero. Hay un colega al lado de los que dimos el examen el dia 16 y nos olemos risas acordándonos del miserable matasanos que otorgaba dispensas que daba a todos lástimas jocosas por su tartamudez inentendible… Salimos juntos, el colegiado y yo, cansino y de soslayo arrimo a las paredes y las sombras, llego al templete serotónico de los cafeinómanos y mis oscuridades entran de chaperonas al recinto. En vipasana real con la increíble máquina de apellido italiano y tan compleja, solicito una poquita leche para el glorioso capuchino que, aunque ayuda a pergeñar Rorschachs escandalosos, en público, por lo mismo, sobran en este ambiente de murmullo arboleado…