En 1941, la intervención diplomática de Pablo Neruda cambiaría para siempre el paisaje artístico de Chile. El poeta, ejerciendo como cónsul, realizó las gestiones necesarias para que uno de los más grandes muralistas mexicanos encontrara refugio en suelo chileno y creara lo que hoy es considerado uno de los tesoros artísticos más importantes de Latinoamérica. Historia que el pintor y escritor algarrobino, Pablo Salinas, rescata en una reciente visita a Chillán, de la cual deja testimonio.
El rescate del artista revolucionario
La historia comenzó en México, en una celda donde David Alfaro Siqueiros cumplía prisión por su participación en un fallido atentado contra León Trotsky. Fue allí donde Neruda, movido tanto por su afinidad ideológica como por su reconocimiento al talento del artista, decidió intervenir para conseguir el traslado del muralista a Chile.
De la gestión diplomática al legado artístico
La llegada de Siqueiros a Chile, a finales de marzo de 1941, no estuvo exenta de controversias. El propio Neruda, quien había definido al artista como de temperamento «volcánico», era consciente de las tensiones que podría generar su presencia. La solución fue mantener al artista alejado de Santiago, destinándolo a la ciudad de Chillán, que se recuperaba de un devastador terremoto.
Allí, en la «silla del sol«, Siqueiros pintó en la Escuela México su obra «Muerte al invasor», que muestra episodios heroicos tanto de la historia de Chile como de México y reafirma el compromiso del autor con la lucha social y política.
La participación de Neruda en este hito del muralismo latinoamericano no sólo demuestra su compromiso con el arte y la cultura, sino también su capacidad para tender puentes culturales entre las naciones latinoamericanas e influir en eventos históricos significativos. Su papel en la llegada de Siqueiros a Chile y la creación del mural es solo uno de los tantos testimonios de su duradero impacto en la vida cultural del país.
Un legado que perdura y se redescubre
La obra, que algunos críticos han llamado «la Capilla Sixtina de Latinoamérica», continúa asombrando a sus visitantes, tal como lo demuestra el emotivo relato de Pablo Salinas en su blog «El Batallador Incansable«, donde narra -a sus 54 años- su primer encuentro con el mural. En ese texto, el algarrobino describe magistralmente la impresionante composición que abarca dos caras enfrentadas «que se enlazan por el techo, a través de un complejo juego de vértices y efectos ópticos», confirmando así la vigencia y el poder de esta obra maestra que surgió gracias a la gestión inicial de Pablo Neruda.