Apostar a ganar manteniendo la posesión los 90 minutos, sin descanso, es tremendamente agotador.
Hay que determinar períodos de posesión durante el juego, en el cual, se presiona, se sale jugando, se teje y se construyen ideas de juego, estilo Guardiola. Pero también hay momentos de repliegue, fiereza en terreno propio y juego largo, como en algún momento lo implementó Mourinho a un nivel de sofisticación relevante.
El viaje del héroe
El fútbol es parte de la industria del espectáculo, ergo, pertenece al mundo de las artes escénicas de representación. En ese contexto, el partido de fútbol es una obra de dos actos de 45 minutos y como toda representación tiene un arco dramático, con personajes, historias, construcciones y climax, como bien lo representa el viaje del héroe, que es un término acuñado por el antropólogo y mitólogo estadounidense Joseph Campbell para definir el modelo básico que se repite en casi todos los relatos épicos y las historias más icónicas del mundo. Este patrón tan ampliamente distribuido está descrito por Campbell en su conocida obra El héroe de las mil caras (1949).
Silencio y música
Juntando todo lo anterior y llevándolo al fútbol, podemos inferir que tanto el fundamento de mantener la posesión y forzar lo directo para aumentar la posibilidad de anotar, como cerrar filas para contener y atacar al contragolpe, en tanto estas sean acciones permanentes e intensas, son estados físicos y sicológicos muy cansadores, imposibles de sostener durante todo un partido o toda la obra.
Si no existiera el silencio sería imposible percibir la música. Un equipo de fútbol es una orquesta, que tiene momentos de repliegue, otros de despliegue. Si las propuestas e intensidades son alternadas durante el juego, según una programación estratégica, éstas pueden ir permitiendo una cadencia de periodos y ritmos, que además de significar una propuesta de juego de proporciones estilísticas, pueden permitir también la renovación física y psicológica de algunas piezas claves, que aseguren un control permanente del juego en base a una alternancia metodológica.
Bielsa: un purista extremo
Como purista y tal vez fundador de una escuela y como buen loco que camina al borde, Bielsa se obsesiona con el ataque y descuida la rotación o el aire que sostiene toda idea o acto.
Marcelo instauró un estilo que hizo escuela: según su postulado la posesión aumenta las posibilidades de anotar, ergo, conseguir el triunfo.
Bielsa no es un tipo ganador, es decir, es tremendamente exitoso en su pensamiento, sin embargo, no captura todos los puntos que merece su pulcro trabajo. Conozco a varios que les pasa, y en distintos ámbitos, todavía más allá del deporte. Ellos son –en algunos casos– como Bielsa, muy puristas; poco flexibles.
El estilo Bielsa tiene muchos interpretes o seguidores. Por ejemplo fue adoptado por Guardiola (él mismo lo reconoce como maestro), que con grandes piezas llevó el romanticismo Bielsista a un producto superlativo, competitivo, extremadamente exitoso. En tanto Sampaoli, declarado a los cuatro vientos como férreo admirador del rosarino, también llevó el pragmatismo bielsístico a otro nivel, generando un modelo de juego que incluso llegaba a convertir en connotados a jugadores inicialmente discretos. Sin embargo, a pesar de ser más exitosos en cuanto a resultados, ninguno de ambos es mayor en filosofía y pureza que el reconocido maestro.
Una propuesta para Bielsa: fase de propulsión intermedia
El fútbol es una expresión popular y en ese escenario todos metemos la cuchara. Es así como me animo a proponer conceptos para incorporar al fútbol, que nunca debe perder de vista que es una obra de representación artística (espectáculo) y principalmente un juego (estrategia).
Uno de los conceptos que propongo es el del «Enroque«, en donde uno o ambos centrales defensivos pasan al centro de la cancha para volver rústico el juego, y el o los volantes de contención ocupan ese espacio en la defensa, con la expresa instrucción de jugar largo.
Recordar que esto aplicaría sólo durante un periodo de juego (silencio y música). Sin embargo, en esa flexibilidad, hay funciones o posiciones permanentes, como el delantero centro, el creador de juego y los laterales, aunque estos últimos podrían variar en su actitud ofensiva o defensiva dependiendo del esquema.
La conformación del equipo o selección de piezas es clave -como en cualquier sistema-. Para este se requiere de defensas fuertes, laterales rápidos, un creación con llegada, contenciones con buen pase largo y un delantero centro con buen juego aéreo, que sepa aguantar de espalda o que resuelva muy bien de primera. Si tiene las tres es un fenómeno.
Silogismo:
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El fútbol moderno tiene un nuevo centro
El fútbol es parte del mundo