Sagrada Familia fue una creación que se puede considerar completamente litoraleña. Nació junto al Pacífico, y los contorneos de Thalia -a la que no se cansaba de ver y celebrar por televisión- y Shakespeare. Este último acompañó toda la vida a Parra, no resulta factor nuevo ni sorpresivo; lo relevante es que la inmersión en las aguas del inglés era, por esos días, particularmente profunda por la traducción de King Lear que lo mantenía ocupado desde hacía algunos años. Tan profunda como para admitir que ahora había descubierto un nuevo Shakespeare.
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