¡Chile despertó! Y se respira confianza. Por fin se están dejando atrás las certidumbres y los prejuicios que nos mantuvieron separados durante décadas.
Al principio creí que el desequilibrio social derivaría en una guerra civil, pero al poco andar no advertí polarización ninguna. Entonces me quedé tranquilo, porque Chile por fin había despertado y, aún más, por fin había superado la añeja distinción entre Izquierda y Derecha, entre Comunismo y Capitalismo ¡E incluso entre Albos y Chunchos!
Kybalión
Y es que, como hemos visto, en lo más profundo de las demandas ciudadanas es posible observar un deseo profundo de participación, solidaridad, equidad, verdad, justicia y belleza. Sin embargo, y como escribe el biólogo chileno Humberto Maturana: “no es posible generar un modo de convivencia que se realiza en el respeto mutuo y la colaboración si se vive inmerso en las conversaciones de discriminación y competencia que lo niegan”. Cualquier intento de transformación cultural hacia un modelo solidario de estructurar las relaciones humanas no puede fundarse en las conversaciones de control, dominación y poder, porque negarían el intento en el mismo inicio. Por ello es que Chile despertó, porque ha trascendido la discusión trivial de la polaridad y las prácticas de apropiación de la verdad, que sólo separan e imposibilitan la reflexión.
Chile despertó. Chile cambió y ya no va a volver a ser el mismo país. Latinoamérica y todo el mundo está viviendo un proceso de cambio fundamental. Pero, ¿Cómo se vive esta transformación en las pequeñas localidades chilenas? Y en particular ¿Cómo se vive en la comuna El Tabo? ¡Chile despertó! ¿Y El Tabo?
“Piensa global y actúa local”, es una expresión que siempre me ha hecho sentido, y aún más hoy. Pienso que es necesaria la perspectiva global de los problemas para ser capaces de darle una aplicación práctica a éstos, ahora a una escala local. Me atrevo a tomar ciertos riesgos al reflexionar sobre esto: pienso que El Tabo despertó en relación a Chile. Sin embargo, El Tabo no ha despertado en relación a El Tabo. Y digo esto responsablemente, El Tabo ha desatendido monumentalmente sus propios problemas locales.
Emilio Jorquera
Es legítimo que, desde las pequeñas localidades chilenas, se adhiera a las demandas país porque sin lugar a dudas estas tienen efectos en los espacios de convivencia locales. Hablo de las grandes demandas: pensiones dignas, salud y educación de calidad, nacionalización de los recursos naturales, entre muchas otras. Sin embargo, del mismo modo podemos identificar una batería de problemas locales bastante significativos. Problemas que tienen su origen en una aguda y sostenida corrupción municipal, en una administración plutócrata (quienes gobiernan pertenecen al mismo tiempo a la clase económica dominante) y cleptócrata (quienes gobiernan se enriquecen a partir del saqueo de los recursos naturales); una administración totalmente analfabeta en relación con su propia jurisdicción y sus características económicas inherentes; ausencia de un proyecto común de desarrollo comunal, de políticas turísticas, de gestión de residuos, de manejo de quebradas (recordemos que El Tabo, como denominación, proviene del vocablo indígena “thavon” que podría traducirse como “Tierra de Quebradas”), y un largo etcétera; nociones de progreso y desarrollo mediante las cuales la administración justifica la destrucción de la biosfera; proyectos millonarios de infraestructura que fracasan en su ejecución; viajes de placer (perdón, de capacitación) para el alcalde y algunos concejales; concejales que no tienen capacidad intelectual para siquiera hilar una idea con cierta coherencia; nepotismo; hermetismo en la toma de decisiones; y otro largo etcétera.
El Tabo despertó en relación a Chile, no en relación a El Tabo. El Tabo puede condenar el actuar de un presidente que está a unos 100 km de distancia, aprovecharse del desequilibrio social y armarse del valor para exigir, por cierto, las tan legitimas demandas ciudadanas. Fácil tarea. Reprobar al presidente desde El Tabo no puede ni tendrá consecuencias ni represalias en quien reprueba. Entonces se continúa desatendiendo monumentalmente los propios problemas locales. ¿Cuál es el origen de los problemas locales? Emilio Jorquera Romero y su administración. Y aquí viene lo curioso. Condenar y reprobar a Jorquera parece tarea difícil, tarea casi titánica para quienes protestan en El Tabo, la razón: quienes protestan guardan cierta relación con él, y se encuentran en un espacio de privilegios que los posiciona en el mismo sitio en el que están quienes son el blanco de las críticas. Hipocresía. Lo siento mucho.
¡Chile despertó!, ¿y El Tabo?, me temo que todavía no…