La Cosa
Dice un don juan que una cosa es cosa y es otra cosa pero que una cosa y otra son al fin la misma cosa, y que dúctil la palabra siempre se usa en cualquiera cosa. Es cosa que identifica, que explica todas las cosas. Por ejemplo oigan decir A un obrero en un andamio ¡Cosita rica, preciosa! yo nunca le haría daño, o en la consulta al doctor: -Bueno, usted me dirá que cosa lo trae acá Y al paciente responder: -Pues la cosa es que temprano voy sintiendo cosas raras Me giran en la cabeza las cosas como malezas. - ¿Ha tomado alguna cosa para la cosa que siente? -Es que me han recomendado mil cosas tan diferentes... - Yo le diré que acostumbro ser claro para mis cosas y que antes de recetar hay que mirar el carnet; es usted experimentado por lo avanzado en edad y esas cosas que le pasan son las cosas de verdad y que yo sepa no hay cura, nadie ha “inventado” la cosa. Le recomiendo 3 cosas: Tome la cosa con calma, no vaya a hacer cosa loca y tómese esta poción sin faltar cada mañana si en un mes no tiene alivio, apriétese el calzoncillo. -Buena doctor, es la Rosa, mi mujer la que da el brillo, ¿el costo por esa cosa...? -Lo sabe mi secretaria Y al pasar cobra la cosa.
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Párrafo Avícola
La miré y la weona me miró y me dijo: Won qué miraí.
Yo de dije: Y que mirai tú y ella me dijo: Won atrevido e Iba pasando el guevon ese que anda con la weona hija del Huevo Huero, que tiene a los dos más weones de la cuadra de amigos y que se junta con la patota de weones colilleros. El Won nos miró y nos dijo: Par de huevas, váyanse a echar el polvo de una, weones reculiados.
Tu sabís que no aguanto guevadas, pegué en brinco y le mandé un manse tortazo y el weon se cayó y pegó un chillido; al minuto todos los guevones que recogían colillas me molieron a patadas y quedé como las guevas frente a la weona que no paraba de reírse.
Te digo: Con esa wona no te metai nunca won, es como las weas.
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Bohemia (Soneto)
Qué gran brumoso tiempo, que tiempo tan lejano Perdido en la bohemia vagando por las noches Soñando en autocines que el viento no era broche Que les jodiera el brinco a mis pesares vanos Oteaba a las estrellas clamando a lo mundano Alivianando el vientre al lado de los coches que en fila temblequeaban con jugos de derroche con asalto de nalgas, sonoros como pianos Entraba a bares fríos de obsoleta conciencia en azulencas llamas bailaban mis demonios saliendo de botellas de oportuna asistencia Y ya subido en vilo por tambores y armonios pisando las colillas con gesto de indolencia el vino de la Muerte develaba su escencia.
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50 años son sin cuenta
Tantos que, como buenos caballeros, no debieran tener memoria. Eran (fueron), en los sesenta cuando comenzaron, compartimento para dos primera clase en el transiberiano París Vladivostok con un destino rosa. Entonces los recuerdos eran niños jugando a las muñecas y al doctor y un ojo cíclope miraba con fijeza al horizonte permeable en que los tibios días bailaban rock and roll a toda hora, Viet Nam, revolución cubana hasta en la mantequilla del pan y del café cargado en los encuentros, en las células de esos cuerpos/Partidos en que conversábamos oliendo el terciopelo áspero de las consignas, pues se olía todo, cual polilla en celo, gustándose en los ojos y en el sexo. desoyendo impasibles al enemigo uniendo manos para alcanzar al cielo. Y de esas comuniones nada queda.