Me llamo Felipe y no me gusta mi nombre. Ayer estuve de cumpleaños y recibí toneladas de regalos que cualquier niño de 10 años estaría feliz de recibir. Cuando mi papá apagó las luces y mi madre entró con la torta, sentí ganas de llorar.
Todos los presentes me quieren y están felices, pero siento que nadie me ve. Cuando el «cumpleaños feliz» llegó a mi nombre, lancé un «Noooo» que me salió del alma. «Valentina. Mi nombre ahora es Valentina», grité con lágrimas en el rostro.
Todos dejaron de cantar. Mi mamá, después de un silencio que pareció eterno, se arrodilló frente a mí con la torta en sus manos y siguió cantando con voz suave: «Feliz cumpleaños, Valentina. Feliz cumpleaños a ti».